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Almeyda-Ramon

La llegada de Ramón a River generó una inyección anímica que hacía décadas no se vivía en la institución. El clamor popular, la espalda del riojano, el historial ganador y las motivadoras declaraciones del flamante DT millonario parecían sacar del letargo a un plantel que le costaba hacer pie en su regreso a Primera y se estaba acostumbrando a los cachetazos.

Con la herencia del ciclo Almeyda, el entrenador más ganador de la historia millonaria (junto a Renato Cesarini) se las arregló para posicionar al equipo en el segundo escalón del Torneo Final 2013 y clasificarlo a la Copa Sudamericana.  Nada mal para un conjunto que, sin demasiado material, culminaba un primer semestre más que aceptable. Sin brillo, pero considerablemente recuperado desde la faceta anímica.

El mercado de pases de mitad de año abrió la esperanza de un nuevo despertar para River. El mensaje era ser protagonistas en la doble competencia, y llegó todo (o casi todo) lo que pidió el DT con insistencia. Algunos, cuestionados por la cercana amistad con Emiliano Díaz. Otros, sin pretemporada y bien lejos de la preparación física que amerita vestir la camiseta más grande de Argentina.

Así, el equipo de Ramón comenzó a los tumbos. De tanto trastabillar, se cayó del campeonato faltando 8 fechas. Consiguió apenas 9 goles y 16 puntos en 14 partidos. Con una racha de cinco fechas sin triunfos y muy cerca de igualar la peor sequía goleadora de la historia.

En el juego, la llama anímica que encendió Ramón parece haberse apagado. Los partidos que merece ganar ya no los gana. Y los que merece empatar  ahora los pierde. Le cuesta dar vuelta resultados adversos. No encuentra una identidad de juego. La comparación con el equipo de Almeyda resulta inevitable. Ambos equipos son cada vez más –preocupantemente- parecidos.

Desde los números, este presente del conjunto de Ramón queda más despintado todavía. Comparado con el último torneo de Matías Almeyda como técnico millonario, de flojísima performance,  aquél equipo tenía 23 puntos y 23 goles, realizando un corte exacto en la fecha 14. Es decir, con un andar irregular y un nivel idéntico al mostrado hasta aquí por los hombres dirigidos por el riojano, el “Millonario” había cosechado 7 puntos más y había marcado 14 goles más.

Son datos que preocupan y pintan de cuerpo entero el estado de situación de un equipo que, con Matías, con Ramón o el que sea, no puede permitirse revolear el prestigio de la camiseta más grande de todas a la “marchanta”.

Por Ubaldo Kunz