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sin liderazgoSe terminó lo que se daba. River quedó eliminado de la Copa Sudamericana, único objetivo del equipo comandado por Ramón. Otro semestre que se va sin pena ni gloria. O mejor dicho, con más penas que alegrías, porque el «Millonario» sigue sin encontrar su identidad de juego. Sin rumbo, se quedó con las manos vacías y otra vez inmerso en un sinfín de interrogantes sin respuestas, al menos por ahora.

Hay una situación constante y sostenida en el tiempo que marca una política de refuerzos cuestionable. Con contadas excepciones, River construyó la base de sus equipos a partir de jugadores sin experiencia en el club, con poco protagonismo en el fútbol de primer nivel y sobre todo, de bajo perfil adentro de la cancha. Sin dar nombres propios, cuesta encontrar en los últimos planteles tres o cuatro referentes, capaces de ordenar el equipo en los momentos de turbulencia futbolística.

La ausencia de liderazgos se hizo más notoria desde la llegada de Ramón. Con la limpieza de algunos jugadores experimentados que hicieron lo imposible para salir por la puerta chica, el riojano absorbió absolutamente todas las presiones. Sus espaldas le permitieron prescindir de David Trezeguet y convertir a un jugador como Cristian Ledesma en el referente futbolístico dentro del campo de juego. Liderazgo que sucumbió a medida que el «Lobo» sintió el rigor de la competencia y el físico comenzó a pasarle factura.

En un plantel con muchos juveniles, los más experimentados tienen serías dificultades para generar ascendencia en los más jóvenes. El ejemplo más gráfico es Leonardo Ponzio, el capitán del barco. Su voz suele retumbar en las paredes del vestuario millonario, pero adentro de la cancha no logra sostener su discurso con un rendimiento acorde a las exigencias de la camiseta más pesada de Argentina. Atrás vienen Maidana y Ledesma, «líderes silenciosos» dentro y fuera del terreno de juego. Barovero, Mercado y Mora no tienen perfil para serlo. Bottinelli está más afuera que adentro del equipo. Fabbro y Teo están en proceso de adaptación y son demasiado nuevos para ocupar esos roles.

Así, mientras Ramón prueba, cambia y sigue sin encontrar equipo y sistema, River está fuera de toda pelea y espera que termine pronto este 2013 para el olvido. La reconstrucción tendrá necesariamente que apoyarse no sólo en la recuperación futbolística. También deberá hacerlo desde liderazgos firmes y en una estructura capaz de sostener sudestadas. De lo contrario, asistiremos a ver más de lo mismo.

Por Ubaldo Kunz