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FOTO: Fotobaires
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El equipo de Ramón se quedó con un superclásico repleto de emociones. Lanzini abrió el camino, Riquelme lo empató con un golazo de tiro libre y Funes Mori lo ganó de cabeza sobre el final. Para festejarlo por mucho tiempo.

«Para alquilar balcones», como se decía antiguamente. El superclásico del fútbol argentino rompió con la monotonía de los últimos cruces y esta vez ofreció un espectáculo lleno de emociones.

En el primer tiempo, Boca consiguió el dominio del balón y las aproximaciones más claras en el área rival. Sobre todo por la izquierda, donde el tándem Insúa-Sánchez Miño parecía intratable para Carbonero y Mercado. La más clara para el local la tuvo a los 11 minutos, luego de un desborde de Sánchez Miño y un remate mordido del «Burrito» Martínez, que Barovero desvió al córner.

El equipo de Ramón apostó casi todas sus fichas al contragolpe. Por momentos, encontró algunos espacios a las espaldas de Insúa. Dos buenas escaladas de Mercado por la derecha y dos cabezazos en el área le dieron algo de profundidad a un ataque millonario bastante tibio.

En el complemento, River arrancó mejor. Soltó más a Carbonero por la derecha y jugó más adelantado. Ahí, por ese sector, se germinó a los 13 minutos la jugada del primer tanto del partido, que culminó con un buen desborde de Teo y una gran definición de Lanzini.

A partir de ahí, el «Millonario» manejó más y mejor la pelota. Sin embargo, a los 23′ el local se encontró con un tiro libre inmejorable para la pegada de Riquelme. El enganche del equipo de Carlos Bianchi clavó la pelota en el ángulo y cambió los murmullos de su gente por aplausos, cuando peor la pasaba Boca.

Ramón movió el banco y mandó al «Keko» Villalva y Kranevitter por Teo y Rojas. Sin embargo, siguió apostando a esperar agazapado y aprovechar los espacios que dejaba el local.

Cuando el partido se moría, en un córner todavía discutido, apareció la cabeza de Ramiro Funes Mori para sentenciar el partido y darle a River los tres puntos, fundamentales para seguir peleando el torneo. Además, quebró una racha de nueve encuentros sin ganar como visitante y diez años sin triunfos en la Bombonera.

Un superclásico histórico e inolvidable, de esos que el hincha de River recordará por mucho tiempo.