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Con una gran expectativa, el Monumental colmado y las esperanzas renovadas, el conjunto millonario mostró una faceta pálida, chocó contra sus propias limitaciones y se fue al vestuario entre silbidos, aplausos e insultos masivos contra el presidente del Club.

Pasaron varias horas ya desde que Delfino puso punto final al partido. La desazón, la bronca y la preocupación que generó la pobre actuación de River va en aumento. Porque las ganas y la alegria de ver la banda roja una vez más en el lugar que siempre debió estar nos hizo creer por un momento que era el resurgir, la Resurrección como muchos la quisieron llamar. El cachetazo fue letal.

El partido se puede dividir en dos momentos: por un lado, en esos primeros 43 minutos en los que River monopolizó la pelota, aunque salvo el tiro en el palo de Rogelio Gabriel  Funes Mori, algún centro endiablado que quedó boyando en el área y los arrestos individuales de Manu Lanzini, rara vez salió de la monotonía general que le propuso la visita, claro está. El segundo micro-clima viene de la mano de dos errores en momentos claves: el primero de Vega, saliendo mal a cortar en el medio del área chica y posibilitando que el Pirata se fuera al descanso con una victoria parcial inmerecida. Y para colmo de males, el baldazo de agua fría apenas comenzó el complemento, con un error de Cirigliano y una soberbia definición de Carranza.

A partir de ahí, River se nubló más que el cielo que rodeaba el Monumental. Chocó una y mil veces con la defensa de Belgrano, aunque en los pies de Lanzini y la pelota parada el Millo encontró una luz de esperanza. Primero avisó con un tiro libre que dio en el travesaño, y luego desde similar posición un rebote en la barreara posibilitó que Olave quedara fuera de carrera y River descontara.

Ese fue el momento de River. Faltaban 10 y el equipo de Almeyda fue con más empuje que fútbol. Y de tanto ir se encontró con un penal tonto cometido por el arquero Pirata. Lo ejecutó curiosamente Rogelio Funes Mori, y lo tiró a las nubes. Sí, el chico que a cuatro voces viene pidiendo que lo vendan al exterior, se hizo cargo de un penal que le hubiese dado otro sabor al flojo partido de River.

Luego vino la expulsión de Olave, un arquero improvisado y la inocencia de un equipo que no supo como llegar al arco rival con un jugador más. Ni esas ventajas sirvieron para cerrar la jornada con otro ánimo.

Ganó el Pirata y cuesta decir que fue justo, porque la visita no propuso demasiado. Simplemente aprovechó los errores infantiles de River y con eso le alcanzó. Lo del Millo preocupa y mucho. En Primera no le van a dar las ventajas que tenía la temporada pasada, y cada error se puede pagar con un gol en contra. La gente no quiere sufrir otro año, y lo hizo saber desde el descontento legítimo. Esperemos que los protagonistas lo entiendan así.