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IMAGEN: Diario Olé
IMAGEN: Diario Olé

Habrá que acostumbrarse a este River polifacético. Que cuando parece morder el polvo, resucita. Y cuando está para matar, siempre te da una vida más. No hace falta enumerar la lista de partidos en los que el millonario estuvo de un lado y del otro. Como el yin y el yang.  Dos estados que conviven en perfecta armonía y tensión al mismo tiempo. Una repetición de situaciones que a esta altura, lejos de tratarse de excepciones, confirman la regla.

El de esta noche en Monterrey es un capítulo más de esa ambivalencia que viene mostrando el equipo de Marcelo Gallardo en este 2015. River es un equipo impredecible. Está para cualquier cosa. Inclusive para ganar la Copa. ¿Por qué no? Si hasta jugando su peor partido en esta fase de grupos, como bien dijo Marcelo Gallardo, es capaz de remontar un resultado adverso desde el principio y poner contra las cuerdas a este Tigres, que es bravo de verdad.

Desde el juego, el partido que hizo River dejó pocas cosas positivas. Tuvo la pelota durante gran parte del cotejo, pero nunca supo qué hacer con ella. Por momentos fue demasiado largo y le costó el retroceso, sobre todo en el complemento, cuando Tigres apostó definitivamente al contragolpe y aprovechó las espaldas de los volantes y laterales millonarios, apostados definitivamente al ataque.

Más allá de las flaquezas futbolísticas, hoy más evidentes que nunca, la virtud más importante de todas fue la insistencia, la búsqueda, hasta el pitazo final. Parece una obviedad, un lugar común, pero no. En esta dualidad que se sostiene partido a partido, River también nos acostumbró a creer que en cualquier momento puede torcer el rumbo. Por peso propio. Por jerarquía individual. Pero por sobre todas las cosas, por una fortaleza anímica que invita a la ilusión.

Mucho se discutirá sobre la valoración que tiene este empate. ¿Sirve desde lo anímico? ¿Resta posibilidades desde lo numérico? «Lo tomo como una pequeña señal», dijo Gallardo, autocrítico pero a la vez ilusionado. Las dos caras que describen un estado de situación, mucho más crítico de lo imaginado. Pero hay vida. Hay una chance más. ¿De que lado caerá la moneda para River?