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boca caga

Mientras dirigentes, fuerzas de seguridad y futbolistas se hechan la pelota unos a otros, LA MÁQUINA RADIO fue testigo de la inoperancia de la Seguridad Privada, la inacción de la Policía Federal y la connivencia de la institución con los violentos.

IMPUNIDAD. Es la palabra que mejor describe lo que se vivió esta noche en La Bombonera. Escenario de un nuevo bochorno deportivo (aunque de fútbol hubo muy poco), en el que los protagonistas, cada uno desde su lugar, aportó su granito de arena para un verdadero papelón, que culminó en suspensión.

Los hechos hablan por sí solos. Una bandera amenazante en la previa: «Si nos ganan otra vez, de La Boca no se va nadie». MIles de candelas que nadie sabe cómo ingresaron. Un clima hostil que comenzó a crecer a medida que aumentaba el nerviosismo del equipo de Arruabarrena en el terreno de juego. Hasta que llegó el entretiempo y todo el bochorno que siguió con la salida de River.

Mientras los jugadores millonarios eran atendidos por el gas pimienta que recibieron en su rostro y las quemaduras producidas por una moladora que tampoco se sabe cómo superó el cacheo, desde la platea comenzaron a darle dirección a un simpático drone en el momento más inoportuno de la noche. Los idiotas, por supuesto, festejaron la gracia.

Dos horas después de la barbarie, ya con la decisión de suspender el encuentro consumada, los jugadores vivieron otro capítulo triste. No pudieron ir al vestuario visitante porque la manga estaba tajeada. Quisieron salir por el túnel del equipo local, pero los plateístas arrojaban todo tipo de proyectiles. En el campo de juego, los policías formaron un verdadero escudo humano. En la tribuna, miraban pasivamente a los agresores, como si se tratara de algo natural. Los jugadores de Boca le pusieron la frutilla al postre saludando a su público, sin mostrar ni una pizca de solidaridad con sus colegas. Dantesco.

Existen motivos para creer que en La Bombonera hubo una zona liberada. No fue la primera vez, tampoco será la última. Hubo premeditación. Hubo alguien que desde adentro avisó cuando salían los futbolistas de River por el túnel. Hubo animosidad. Nada más que el «chiste», esta vez, les salió demasiado caro.

Bombonera liberada