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IMAGEN: Prensa River
IMAGEN: Prensa River

Desde la concepción y la lectura de Marcelo Gallardo, River Plate hizo un partido perfecto en Belo Horizonte, goleó al Cruzeiro y se trajo una clasificación histórica a semifinales.

River tiene en el banco de suplentes a un conductor con todas las letras. No sólo por lo que transmite desde un costado de la línea de cal o en una charla de vestuario, sino también por cómo lo hace. Al jugador le llega, el futbolista se siente identificado con la idea del entrenador, y eso se nota en el campo de juego.

Pero desde hace un tiempo a esta parte, el «Muñeco» aprobó con creces una materia de las más difíciles, de esas que los técnicos millonarios venían reprobando hace tiempo: la buena lectura de los momentos. En tiempos en los que SU River ideal comenzó a desmoronarse, encontró la manera para reinventarse sin traicionar sus convicciones. Y los resultados, más allá que no siempre acompañan, esta vez están a la vista de todos.

En el Mineirão, el técnico de River volvió a dar otra clase magistral en la materia. Porque entendió que era un partido para los hombres y la experiencia. Porque comprendió que desde la fórmula Ponzio-Kranevitter su equipo acorrala a los rivales y los somete a una presión que resulta insostenible. Lo demostró en ese primer tiempo ante Boca en el Monumental. Volvió a reiterar la receta en la Bombonera y en esos 45 minutos que se jugaron, borró al equipo del «Vasco» Arruabarrena antes que sus hinchas suspendieran el encuentro. Y esta noche en Belo Horizonte vapuleó al Cruzeiro en su estadio, donde no había recibido goles ni derrotas en esta edición de la Copa Libertadores. Otra paliza táctica del «Muñeco», el gran estratega que tiene el Más Grande en su banco.