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teo chau

¿Se podía esperar otra cosa? La carrera de Teófilo Gutiérrez parece estar marcada por sus polémicas actitudes. Quizá, difíciles de entender. Pero está claro que las decisiones personales no están para entenderse, sino para aceptarse. Y la explicación a ellas pueden encontrarse en su propia historia. «Mi ciclo en River está terminado», aseguró Teo cuando llegó a Barranquilla, su tierra natal, después de disputar la Copa América con la Selección de Colombia. ¿Un ciclo puede estar terminado cuando aún le queda un año más de contrato en River y tiene por delante las semifinales de la Copa Libertadores? En la cabeza de Gutiérrez parece que sí. Pero esta decisión no es de un día para otro. Ya se lo había hecho saber a Marcelo Gallardo y a la dirigencia antes de sumarse al plantel colombiano.

Teo se va ahora, pero pudo haberse ido antes. Hace un año, después de haber salido campeón del torneo local con Ramón Díaz y de regresar del Mundial de Brasil, Gutiérrez se presentó tarde a los entrenamientos y en la primera charla que tuvo con Gallardo, flamante entrenador en aquél entonces, recibió el primer tirón de orejas por parte del «Muñeco». Las ofertas no aparecían, por lo que Teo se quedó. Y su juego creció. Cuando muchos pensaban que su nivel iba a declinar por sentirse a desgano, ocurrió lo contrario. Tuvo un gran semestre, con un gran nivel y muchos goles en el torneo local y dio la vuelta olímpica en la Copa Sudamericana (en este torneo sólo convirtió un gol). Pero, en el momento menos pensado, Teo fue el Teo de siempre. Mientras todo el mundo riverplatense festejaba la obtención de un título internacional después de 17 años, él lanzaba una frase con mucho ruido en los medios: «Si D’Onofrio pone los verdolagas (sic), me quedo». En el diccionario de Teo, los verdolagas son los dólares. Pero en la Argentina, desde que se implementó el cepo al dólar, los sueldos de los futbolistas extranjeros (como los de todos los futbolistas) se pesificaron. La actitud no cayó bien en Núnez, pero la dirigencia no estaba dispuesta a perder a Teo para la Copa Libertadores. Por eso, lo conformaron con un aumento salarial del 20%.

A pesar de ello, el semestre de Teo, esta vez fue diferente. El desgano quedó expuesto en más de una oportunidad. Errático, displicente, Gutiérrez irritó a los hinchas, aunque, su talento y su picardia para jugar lo llevaron varias veces cambiar reproches por ovaciones. En más de una oportunidad pareció que jugaba para «Deportivo Teo». Hasta que, en uno de los partidos más importantes del semestre, en el que más se lo necesitaba, apareció en toda su dimensión. Jugó un encuentro de 10 puntos ante Cruzeiro en el Mineirao, con un gol antólogico y una asistencia fenomenal. Otra vez se metía al hincha de River en el bolsillo. Y el pasaje a las semifinales hacía pensar que su estadía en Núñez se iba a estirar hasta que el equipo de Gallardo terminara su participación en la Libertadores. Error. Teo volvió a despacharse con otra de las suyas. ¿Resulta sorprendente la frase de Teo?

A River llegó a mediados de 2013. Y lo hizo después de verse envuelto en una polémica con el Cruz Azul. Cuando supo del interés del equipo de Núñez por él, se plantó ante los mexicanos y dejó de ir a entrenarse. Forzó su salida. En ese entonces decía que su deseo era jugar en River, un club que admiraba desde chiquito, del cual expresaba ser hincha, y al que miraba por televisión desde su casa de Barranquilla cuando era pequeño. De todos modos, los mexicanos sabían con quien trataban. Es que Gutiérrez arribó a Cruz Azul luego de un breve paso por Junior de Barranquilla, que fue el club que le dio asilo tras su tumultosa salida de Lanús, donde se peleó con los compañeros de plantel. Justamente, a Lanús había llegado para jugar la segunda ronda de la Copa Libertadores 2012, pero fundamentalmente para descomprimir su estruendosa y conflictiva partida de Racing. En «La Academia» se destacó por su juego y sus goles hasta que su cabeza explotó. Luego de sufrir una goleada en el clásico ante Independiente y tras una discusión en el vestuario visitante con algunos de sus compañeros, sacó un arma para amenazarlos. Se terminó yendo en taxi, sólo, del Libertadores de América, el estadio de Independiente. Antes de ese insólito episodio, había tenido una pelea a golpe de puños con el arquero Mauro Dobler en un entrenamiento y el año anterior volvió tarde de Colombia, cuando Racing peleaba el campeonato y tenía que visitar a Boca, que era el líder del torneo. Teo llegó un día antes e igual jugó en la Bombonera, pero fue expulsado y se fue del campo de juego haciéndole gestos a la hinchada de Boca, que lo insultaba.

En River, Teófilo Gutiérrez se mostró más maduro y esos episodios parecieron quedar lejos. Aunque, puertas adentro, la dirigencia temía que Teo se desbarrancara en cualquier momento. Por eso, si Corinthians pone los 3 millones de dólares que aseguró que iba a ofrecer, Teo seguirá su carrera en Brasil. Dijo que su ciclo en River está terminado. Y que fue un ciclo exitoso. Es cierto. Fue campeón de un torneo local, de la Copa Sudamericana y de la Recopa. E hizo 28 goles en 70 partidos. Tan cierto como que estaba en carrera para intentar obtener junto a sus compañeros la Copa Libertadores y extender los éxitos. Pero su mente y los empresarios que lo rodean lo llevaron a pensar una vez más en él y sólo en él. Una vez más, Teo quedó más cerca de los «verdolagas» que de buscar la gloria deportiva. Su carrera parece estar signada de esa manera. Y ya no sorprende.

Por Maximiliano Benozzi.-