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Saviola temperley

En el Monumental, River y Temperley igualaron 1 a 1 en un partido que fue de mayor a menor. Ramiro Funes Mori anotó de tiro libre a los 30 minutos, pero se durmió y de contra sufrió la igualdad en los pies de Esparza. El millonario sumó su tercer encuentro sin triunfos. 

En la primera etapa, River tuvo un arranque arrollador. Al menos, en los primeros minutos puso en apuros a la defensa del «Gasolero», que no podía salir del asedio que propuso el conjunto de Gallardo con la presión alta y la búsqueda incesante del arco contrario. Con un tridente bien definido con Saviola, Cavenaghi y Boyé, el millonario llegaba con bastante facilidad hasta los metros finales pero le costaba la puntada final. Por eso, a pesar de algunas aproximaciones, Crivelli no tuvo demasiadas intervenciones en esos minutos de predominio millonario.

La visita aguantó los primeros veinte y comenzó a salir airoso de la presión cuando la tenían Sambueza y Esparza, volantes de buen pie que aprovechaban los espacios que dejaba el equipo de Gallardo cuando atacaba y por momentos le hacían el 2-1 a Kranevitter. Cuando no, descansaban con la pelota y enfriaban el acoso de La Banda.

Cuando el partido parecía que había caído en una meseta, aparecieron las emociones. A los 29 bajaron a Saviola en la puerta del área y con un fierrazo el mellizo Ramiro Funes Mori desató el delirio de todo el Monumental. La pelota se clavó en el ángulo superior derecho de Crivelli y puso a River en ventaja.

El «Gasolero», lejos de salir de su libreto, mantuvo la postura inicial. Aguantar todo lo que caía cerca del área y apostar solamente al contragolpe. Y le salió bien. Porque Esparza aprovechó las espaldas de Augusto Solari y definió ante el cruce de Mammana y la salida de Chiarini. Baldazo de agua fría en el Monumental.

River sintió el impacto del empate y no recuperó jamás la fluidez en el juego que mostró en los primeros minutos. Por eso, en el complemento Gallardo metió un triple cambio con los ingresos de Alario, Pity Martínez y Lucho González, pero se repitió en centros intrascendentes y pases internos sin destino. El equipo de Gallardo no encontró los caminos y se tuvo que conformar con un empate que deja poco sabor en el paladar.