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IMAGEN: Prensa River
IMAGEN: Prensa River

River sacó lustre a su chapa copera y se quedó con el partido de ida ante Chapecoense. Con un doblete de Sánchez y un golazo de tiro libre de Pisculichi, el conjunto de Marcelo Gallardo fue pura eficacia, careció de brillo pero sacó la ventaja necesaria en casa para ir más tranquilo a Brasil.

A este River nunca hay que darlo por muerto. Sobre todo en las copas, en los mano a mano, en un escenario donde parece sentirse cómodo. Esta vez, se impuso por 3 a 1, gracias a un doblete de Carlos Sánchez y un golazo de Leonardo Pisculichi, que volvió a marcar con la camiseta millonaria después de once meses.

En la primera etapa, el conjunto de Marcelo Gallardo llegó rápidamente al gol gracias a una muy buena trepada de Milton Casco hasta el fondo de la cancha. Centro atrás es medio gol, dicen. Y así fue. El ex-Newell´s jugó a contrapierna de toda la defensa verdolaga y asistió a Carlos Sánchez, que definió cruzado, contra el palo derecho de Danilo.

Sin embargo, cuando el millonario parecía amo y señor del trámite del encuentro, terminó complicando la noche con errores defensivos que costaron caro. Álvarez Balanta perdió en un primer cabezazo, Milton Casco en el segundo y Jonatan Maidana durmió ante Maranhao. Como ante Aldosivi, el local sufrió un baldazo de agua por parte de un equipo con pocas ambiciones ofensivas. Una llegada, un gol. Y a empezar de nuevo.

El cierre del primer tiempo y los primeros minutos del complemento desnudaron esa otra faceta de River, que parece padecer los sacudidas. Sin embargo, Piscu frotó la lámpara y volvió a ser el de antes, el de siempre, el que La Banda necesitaba para volver a creer. Zurdazo al ángulo y chau mufa.

Ahí se armó otro partido. River fue otra vez a la carga y se lo llevó por delante al Chapecoense, que sólo se limitó a aguantar como pudo. También como pudo, a los ponchazos, llegó la jugada del tercer tanto. Una guapeada de Driussi que no se dio nunca por vencido, aprovechó el flipper defensivo y habilitó a Sánchez para sentenciar la historia. El mismo Driussi pudo anotar el cuarto, pero desaprovechó un mano a mano increíble ante el arquero brasileño.

Fue un 3 a 1 que habla más de la contundencia, de la búsqueda y la grandeza de River en este tipo de competiciones que del buen juego, del funcionamiento aceitado y del brillo que el millonario no tuvo (y estuvo bastante lejos de tener). Fue, en definitiva, el resultado que necesitaba River para recuperar la fe, volver a creer y viajar a Brasil con cierta tranquilidad. Había que abrazarse a la victoria, y mucho más en una noche de copa.