En el Morumbí, River volvió a mostrar una pálida actuación y cayó ante Sao Paulo por 2 a 1. Vangioni dejó al equipo con diez por una irresponsabilidad. Más allá de la derrota, tiene un pie y medio en octavos de final.
La anemia futbolística de River se trasladó a la Copa. Como si se tratara de un encuentro ante Patronato, Sarmiento de Junín o Banfield. El conjunto millonario trasladó su flojo presente a la Libertadores, donde venía mejor posicionado, y cayó sin atenuantes frente al equipo de Bauza.
En la primera etapa, la decisión de apretar bien arriba al Sao Paulo duró un par de minutos. Fue una ilusión óptica. Porque La Banda le cedió campo y pelota para apostar obstinadamente al contra ataque. El local, empujado por su público, tampoco tuvo demasiada claridad para llegar al arco de Barovero, pero arrimo algo de peligro a partir de la pelota parada y del juego aéreo. De un centro que pasó a los centrales de River llegó el primer tanto de Calleri, que dobló las manos de Barovero con un disparo a quemarropas.
En el complemento River salió con otra postura. Adelantó las líneas, achicó distancias y se hizo dueño del balón y la iniciativa. Pero cuando estaba más cerca de la igualdad, Casco cometió una falta insólita en la puerta del área y de ese tiro libre llegó el segundo del local, otra vez de Calleri, esta vez de cabeza.
La impotencia del conjunto de Gallardo se canalizó de la peor manera. River se fue del partido y entró en la provocación del ex-Boca, que generó la reacción de Vangioni y vio la roja directa por un cachetazo sobre el delantero. Pese a la irresponsabilidad del zurdo, el Más Grande fue en busca del descuento con más amor propio que fútbol y lo encontró a través de Iván Alonso, que cabeceó con el arco libre tras una mala salida del arquero local.
A River no le alcanzó el tiempo más allá del ímpetu y el empuje de los minutos finales. A pesar de la derrota, el millonario quedó bien posicionado para clasificar a octavos en la última fecha de la zona, ante Trujillanos en el Monumental.
