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Diego Haliasz/Prensa River

Marcelo Gallardo decidió no realizar la habitual conferencia de prensa de los viernes. En la semana superclásica, el gran protagonista fue Rodolfo D’Onofrio, quien optó por quitarle dramatismo al encuentro del domingo. En la vereda de enfrente, Guillermo (y Tévez) optaron por una estrategia comunicacional diferente.

El superclásico comenzó a jugarse. Faltan 48 horas para el encuentro, es cierto. Pero los protagonistas, desde afuera, con testimonios y decisiones, ya están disputando el encuentro más importante del fin de semana. Y quizá del semestre.

La estrategia comunicacional elegida por Marcelo Gallardo fue el ‘silenzio stampa’. Habló tras la derrota en Avellaneda. Ofreció algunas entrevistas radiales en el inicio de la semana. Pero decidió deliberadamente optar por el perfil bajo, trabajó desde el miércoles a puertas cerradas y no brindó la habitual conferencia de prensa de cada viernes. Toda una rareza del Muñeco.

Dejando de lado las conferencias de prensa de Arturo Mina e Ignacio Fernández, ‘cassetteras’ y que dejaron muy poco desde lo conceptual, en River sólo habló D’Onofrio. Aprovechó distintos eventos institucionales para bancar el trabajo del DT millonario y aprovechó la presencia de los micrófonos para refrendar una de las pocas frases fuertes que dejó Marcelo Gallardo en toda la semana, en diálogo con radio La Red: «el partido más importante es el del jueves ante Rosario Central».

No fue algo caprichoso. La pelota (y la responsabilidad) pasó así a la vereda de enfrente, donde optaron por otra manera de comunicar. En la semana habló Carlos Tévez, que puso en duda su continuidad en el club de la Ribera a partir de diciembre. También dialogó Guillermo, que en conferencia de prensa puso el foco en las dificultades que tiene para conformar el equipo debido a las lesiones e ironizó sobre el árbitro del domingo. De alguna manera, también intentó sacarse la responsabilidad de encima.

Dos maneras. Dos estilos. Dos enfoques distintos en la previa de un superclásico que comenzó a jugarse en los micrófonos. Y en los silencios, también.