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IMAGEN: Getty

En un partido dramático hasta el final, River derrotó a Rosario Central en la final de la Copa Argentina y clasificó a la próxima edición de la Libertadores. Tres de Alario (dos de penal) y uno de Iván Alonso posibilitaron una victoria heroica, sufrida e inolvidable. ¡Dale Campeón!

«Las finales no se juegan, se ganan», dice una de las máximas futboleras más usadas para explicar, muchas veces, desenlaces inexplicables. Y es un precepto cien por ciento aplicable a lo que sucedió esta noche en Córdoba, donde pasó de todo en un partido no dio respiro y tuvo resultado incierto hasta pitazo final.

En la primera etapa, River consiguió rápidamente la ventaja en la primera llegada a fondo. Damián Musto bajó a Nacho Fernández en el área y Loustau sancionó penal. Sin objeciones. Lucas Alario se hizo cargo de la ejecución y definió al medio. 

Aunque La Banda tuvo algo más de protagonismo en el primer cuarto de hora, Rosario Central consiguió algunas faltas cerca del área de Augusto Batalla que comenzaron a crear algo de preocupación. A los 26′, el Canalla aprovechó un balón detenido una distracción del fondo millonario, que tiró mal el achique y dejó al arquero del Más Grande mano a mano con Damián Musto. El mediocampista chocó con el #1, le quedó servido el balón y Loustau convalidó el gol, pese al reclamo de todo River. 

El conjunto rosarino aprovechó su momento del partido y el desconcierto de River. Por eso, cuatro minutos después Marco Ruben tuvo un control exquisito, hizo pasar de largo a Olivera y definió ante la salida de Batalla. Un verdadero cachetazo en un momento bisagra del partido.

Sin embargo, a sólo cinco minutos del final, Patricio Loustau cobró uno de esos penales que pocas veces se cobran. Si hubiese pitado así en el Bombonera hace cinco años atrás, tal vez estaríamos hablando de otra historia. Lucas Alario volvió a aprovechar la chance desde los doce pasos y puso el empate antes del cierre.

En el complemento, hubo menos fricción, menos polémica y más «palo por palo». River buscó con sus armas, casi siempre con Andrés D’Alessandro como eje de todos los ataques. Rosario Central fue con las suyas, fundamentalmente con la dinámica de sus volantes externos. En uno de esos ataques, el equipo de Coudet construyó una buena maniobra colectiva, que culminó con un remate cruzado de Jonás Aguirre, el rebote largo de Batalla y la arremetida de Marco Ruben.

El Muñeco metió mano en los relevos y mandó a la cancha a Mora y Alonso. Los uruguayos sustituyeron a D’Alessandro y Martínez. Y desde el banco, el millonario comenzó a dar vuelta la historia. Al minuto, Iván Alonso bajó de cabeza un balón en el corazón del área y Lucas Alario, el de los goles importantes, volvió a meterse en la historia con otro grito trascendental. 

Tres minutos después, el que apareció fue el otro uruguayo. Mora mandó un centro desde la derecha, Alario devolvió gentilezas y la bajó de cabeza para el ingreso de Iván Alonso. El héroe menos pensando alcanzó a pegarle con lo que pudo y sentenció la historia, a sólo quince minutos del final.

El desenlace fue dramático. Hubo una expulsión de Marco Ruben por un codazo sobre Martínez Quarta. Hubo algún tiro libre desaprovechado por Alonso. Hubo una salvada milagrosa de Jonatan Maidana cuando definía Germán Herrera. Un resultado incierto hasta el pitazo final. 

River se quedó así con una Copa Argentina inmensa, histórica, largamente festejada por todos los condimentos que tuvo la final y, fundamentalmente, por la clasificación a la Copa que vale: Libertadores 2017, allá vamos. ¡Dale Campeón!