Isotipo_Figuras3
GERMÁN LUX BUSCARÁ REVANCHA EN EL ARCO MILLONARIO

El estudio completo de radio La Red, desde operadores y productores hasta la mesa de conducción del programa, escuchaba atentamente. Los motores, como quien dice, se iban calentando. Las declaraciones estaban cada vez más picantes. Cierto atisbo de responsabilidad dirigencial, pero todos los cañones apuntaban al cuerpo técnico. Pocos, sin embargo, vieron venir la frase explosiva que vendría de remate. “Me da lástima tener que irme de River por un hincha de Boca”. Germán Darío Lux cerraba, con esa frase de diciembre, el peor año de su vida. Y comenzaba su exilio.

Solamente ocho años antes había llegado a River con 16 años, para “probar suerte”. Su vida en la pensión implicó trabajo duro dentro y fuera de la cancha. No solamente ejercitando bajo los tres palos. Lux, junto a su amigo Martín Demichelis, trabajaron antes de llegar a Primera División como cadetes para el Departamento de Prensa de River.

Pero las cosas comenzaron a avanzar muy rápido. Tanto que Lux, antes de seguir conocido por los grandes medios de comunicación y cuando no dejaba de ser un purrete que transitaba el anillo interno del Monumental, salió campeón del mundo. Integró el plantel, como arquero suplente, que ganó el Mundial Sub 20 en la Argentina en 2001, con Javier Saviola y Andrés D´Alessandro como principales figuras.

El tiempo le seguía avanzando rápido. El 10 de febrero del 2002, con solamente 20 años, Poroto empezaba a escribir su historia de gran potencial riverplatense. Debutó en el Monumental en un 3 a 1 contra Talleres de Córdoba. Se abría así un camino de aciertos y desencuentros, pero que indudablemente colocarían a Lux en un lugar preponderante de River y del fútbol argentino.

Alternaba titularidad. Mostraba el desempeño brillante de arquero joven, de pibe con excelente futuro, pero es cierto que tenía competencia. Se repartía el arco con Franco Constanzo, portero también de potencial  pero con excesivos altibajos. No obstante, su presente ambivalente en River, donde de todas maneras se constituyó en un referente del arco, no le impidieron estar en las nóminas del seleccionado argentino.

Sobre todo este punto lo llevó a la gloria, cuando fue campeón con la albiceleste en el Sudamericano Sub 23 para luego consagrarse con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Tanto Marcelo Bielsa como José Pekerman lo convocaron a sucesivos partidos, y Poroto también fue parte del equipo subcampeón de la Copa Confederaciones 2005.

La selección le mostraba el éxito y, con el tiempo River también. Lux fue campeón en 3 oportunidades de torneos locales con River y, desde 2005, fue titular ante la venta al fútbol español de Constanzo. La gente comenzó a querer cada vez más a Poroto y esa fue una de las razones por las que se afirmó como puntal de los tres palos. “La gente de River me puso como titular, no puedo fallar”, llegó a decir Germán. Era el arquero del momento. Selección Argentina y titularidad en el más grande.

Nadie niega, no obstante, que su consolidación estuvo mediada de frustraciones. Lux sufrió como pocos la fatídica semifinal con Boca en 2004 de la Copa Libertadores definida por penales. Este trofeo, uno de sus grandes anhelos, siempre le fue esquivo.

Pero el año 2006, el peor de su vida, le decretó el derrumbe. Todo empezó en la tarde del 21 de enero, mientras Lux precalentaba para jugar un amistoso de pretemporada frente  Defensores de Belgrano.  Antes de comenzar, Daniel Passarella, técnico de River en ese entonces, se le acercó. Le comunicó la noticia más triste de su vida: su hermano se había quitado la vida ese mismo día en la localidad de Carcarañá, a 48 kilómetros de Rosario. Años después, Poroto admitiría que ese día le cambió para siempre la carrera y, lógicamente, la vida entera.

Aunque nada igualó esa tristeza, el año no terminó ahí. Llegó mayo. Los programas de televisión se debatían acerca de cuál sería la nómina de los 23 jugadores que disputarían el mundial para la Selección. Lux había formado parte de la Selección campeona en Atenas y del subcampeonato de la Copa Confederaciones. Era número puesto en las convocatorias para fechas FIFA o eliminatorias. Tal es así, que el matutino deportivo de mayor tirada en el país sacó la nómina un par de días antes de su confirmación, y Poroto allí estaba. El cuerpo técnico de José Pekerman lo llamaron un par de días después. Le dijeron que no lo tendrían en cuenta, que quedó afuera de los 23.

“¿Me preguntan por Lux? Al mundial para mí tiene que ir (Juan Pablo) Carrizo”. Con esa frase, el gracioso de Passarrela ironizaba con algo que se volvería realidad. El joven JP le quitaría el puesto de titular Lux durante el torneo Apertura. Y el final decanta solo. Ya en diciembre, Passarella le dijo que no lo tenía en cuenta.

Y Lux se fue al exilio. Casi no se supo de él. El arquero prometedor, estrella y joven se pinchó. Se fue al fútbol español. A varios de esos equipos que de este lado del Atlántico son más o menos lo mismo y que no se sabe bien si están en Primera o en Segunda División. De vez en cuando se lo vio en la tele atajándole o recibiendo un gol de Leo Messi o Cristiano Ronaldo. Pero nada más.

“Vuelvo a casa”, dijo el lunes pasado el arquero exiliado. A esa casa que lo tuvo como hijo pródigo durante años. Que lo vio crecer, ser campeón del mundo y olímpico. Que lo vio romperla. Que fue tomada por un conjunto de energúmenos que sacaron por la ventana un hombre que debía irse por la puerta grande. El sueño postergado 11 años aun está a tiempo de cumplirse. Bienvenido.