Jonatan Bottinelli volvió al Nuevo Gasómetro y se llevó la reprobación de la parcialidad local. Jugó un discreto partido. Lo positivo: zafó de la quinta amarilla.
Jugó un partido aparte. En la semana el propio Lammens había encendido la mecha y todo el mundo futbolero sabía que iba a explotar el domingo, antes, durante y después del clásico entre San Lorenzo y River.
«Bottinelli traidor y cornudo«, se leyó en un trapo anti-reglamentario que colgó la barra local en el alambrado de la popular. También hubieron otras banderas más pequeñas colgadas en las plateas. Y miles de silbidos cada vez que el defensor millonario intervenía en el partido. Así, fue todo muy difícil para el ex San Lorenzo.
En el juego, Bottinelli jugó un partido discreto, como toda la defensa de River. Llegó a destiempo en varios cruces, fue el autor de la falta contra Buffarini que derivó en el segundo gol y se lo notó dubitativo en el mano a mano. Lo único positivo que pudo rescatar el defensor millonario es que no fue amonestado y evitó la quinta amarilla, en una jornada para el olvido.
