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POR UBALDO KUNZ

Con ráfagas de buen fútbol en los primeros minutos de cada tiempo, River Plate derrotó a Tigre en Victoria y consiguió el segundo triunfo consecutivo como visitante. El «Keko» Villalba, Carlos Sánchez y Manuel Lanzini fueron los autores de los tantos. Otra vez Cirigliano fue la primera sustitución. Pero la mejor noticia para el «Millonario» es que ganó y convirtió tres goles sin David Trezeguet.

Era una parada dura en los papeles. En un terreno complicado, con un equipo que siempre le hace partido. De hecho, el comienzo del cotejo mostró a un. Tigre que salía de entrada a presionar a River y a apretarlo contra las cuerdas. Pero bastó que el «Millo» se metiera en el partido y comenzara a tomar las riendas para que la balanza comenzara a inclinarse para el lado del equipo de Almeyda. Fue de menor a mayor, sobre la base de un muy buen trabajo de Leo Ponzio en el medio. Y fue en los pies del volante que nació el primer gol, luego de una muy buena jugada individual y una habilitación al «Keko» Villalba, que remató fuerte y al cuerpo del arquero. El resto lo hizo Javier García, de floja respuesta a un disparo que parecía fácilmente atajable.

En esa ráfaga de precisión y ataques punzantes, River encontró la llave para ponerse 2 a 0, en una jugada veloz.  Nació de una pelota larga, que parecía perdida, pero que Rogelio Funes Mori logró dominar, frenar, pensar y creer que el centro pasado era mejor opción a esos remates furiosos y muchas veces sin destino cierto que suele sacar el «Mellizo» cuando la confianza de goleador lo enceguece. Esta vez, hizo lo que pidió la jugada, y Carlos Sánchez de cabeza definió casi adentro del arco.

River era más vertical y peligroso que Tigre cuando atacaba, pero atrás sufría cuando el juego aéreo merodeaba el arco de Barovero. Fue en uno de esos tantos centros que Lucas Orban anticipó a los centrales millonarios y le puso un manto de paridad al encuentro. A decir verdad, era justo, porque parecía exagerada la distancia que había sacado el equipo de Almeyda en el marcador.

Parecía que se venía el vendaval, pero no ocurrió nada de eso. Del descuento de Tigre en adelante, el partido ingresó en una meseta. Muy trabado en el medio, las impresiciones se adueñaron del encuentro, y se jugó bastante lejos de los arcos. El 2 a 1 parcial con el que terminó la primera etapa le sentó bien.

En el inicio del segundo tiempo, a los 20 segundos apenas, River consiguió otra vez estirar la ventaja. Nuevamente Rogelio Funes Mori se puso el traje de asistidor y dejó de frente al arco a Manuel Lanzini para sellar el 3 a 1. ¿Partido liquidado? Para nada. Porque a pesar de controlar las acciones, el «Matador» inquietaba desde las pelotas detenidas, y River hacía agua en ellas. Y cuando se equivocó Barovero, los signos de interrogación volvieron a abrirse.

A diferencia del primer tiempo, los minutos finales fueron más intensos. Con un Tigre que apretaba desde la desesperación y un River que aprovechaba de contra los espacios que dejaba el local. Falto sintonía fina. Estuvo muy cerca el «Chino» Luna, que reventó el travesaño y casi debuta en la red contra su ex equipo.

El equipo de Almeyda terminó cerrando un buen partido. Sin dudas tiene cosas por mejorar, pero River golpeó en los momentos justos y ganó merecidamente un partido que en la previa era de los denominados «chivos». Después de todo lo que se habló post-derrota con Belgrano, consiguió seis puntos de visitante ante rivales complicados. Sin brillar, pero a paso firme y construyendo desde la confianza que implica volver a casa con dos victorias consecutivas como visitante en el bolsillo. Además, ganó y convirtió tres tantos sin su mejor jugador. ¿Por qué no ilusionarse con pelear arriba?