Isotipo_Figuras3

Debo reconocer, ante todo, que fui un poco ingrato con vos. Y si estás enojada, tal vez, tengas razón. Es que no volví a escribirte después de aquel 15 de abril de 2015 en el que casi que te interpelé. Estábamos jugados, ¿te acordás? Y vos nos hiciste un guiño, ese guiño que tanto te pedíamos. Goleamos a San José de Oruro en el Monumental y Tigres nos dio una mano, ganándole 5-4 a Juan Aurich. Y ahí empezó otra historia. Sufrimos, es verdad. En la cancha de ellos, con el gas pimienta. Para ir a Belo Horizonte, donde cambiamos angustia por felicidad. Y después del receso definimos la historia con Guaraní y Tigres. Y bajo una lluvia torrencial ahí te vimos, de nuevo, tras 19 años. Cómo nos abrazamos. Cómo nos besamos. Qué alegría fue tenerte de nuevo en aquel glorioso 2015. Quiero agradecerte por esa noche inolvidable del 5 de agosto.

El fútbol, como la vida misma, sigue, continúa. Me contaron que anduviste por Colombia un año después y por Brasil en 2017. Hablando de eso, qué desplante el del año pasado en Lanús. Terrible. Una derrota de otras épocas, de esas que nos dejaban mal parados y con el orgullo herido. Cómo te gusta hacernos sufrir. Pero lo tenemos a Marcelo Gallardo y él te quiere tanto pero tanto que volvió a aceptar el reto y quiso ir nuevamente por vos. Y qué camino tuvimos que atravesar. Dos clásicos argentinos. Los sorteamos. Pero ¡qué desgaste! Y en Porto Alegre, cómo nos hiciste sufrir. Angustias, taquicardias, corazones latiendo a mil….Y se hizo el milagro y nos metimos en la final.
Va de nuevo: ¡cómo te gusta hacernos sufrir! Enfrente está el rival de toda la vida. Y es imposible no sufrir la previa. Fijate cómo estamos todos. Tensiones, nervios, nadie puede dormir hace casi un mes. ¡Definimos una final contra Boca en el Monumental! Y vos ahí, en el medio, disfrutando el espectáculo, seguramente. Y mientras todos sufrimos afuera.

Una vez más estaremos ahí, poniéndole el pecho a la situación. Y vos sabés que te queremos de nuevo con nosotros. Sí te tratamos tan bien cada vez que venís. Te levantaron Alonso y Francescoli, el Beto y el Enzo, dos de los mejores. Te levantó Cavegol, con todo su amor, junto a Trapito y esas manos de acero hace 3 años. Dale, quedate en casa, en Núñez. ¿O creés que del otro lado de la Ribera vas a estar mejor? Vos sabés lo que es bueno. Vos sabés lo que te cuidamos. Fijate. Empecemos de nuevo y tratemos de reencontrarnos.