Juan Fernando Quintero jugó un partido descomunal. De esos que quedan por mucho tiempo en la retina de los hinchas. Sobre todo por ese gol propio de un jugador distinto a los 17 minutos del primer tiempo. Una gema por la repentización, el engaño, el efecto que le dio a la pelota y por el lugar en el que puso ese balón. Una obra de arte.
En el “Día de San Valentín”, el #10 nos enamoró con su fútbol. No es nuevo el sentimiento. Tampoco es un amor de verano. Desde el 9D se nos metió en el corazón para siempre, pero el “metejón” viene de mucho antes, a decir verdad. El flechazo se produjo desde sus primeras pinceladas con la camiseta más linda del mundo. La de River. Con la de su «selección cafetera», por supuesto que también.
Anoche se hizo Gigante en Arroyito no sólo por ese gol fantástico. Su inteligencia para meter esos pases filtrados, para hacer la pausa, levantar la cabeza y mirar siempre al compañero mejor habilitado. ¿Cómo la pelota no va a buscar siempre al 10, con todo cariño que le brinda?
Posiblemente estés caliente por el resultado y las situaciones que River desperdició. Pero cuando veas la repetición de los 90 minutos, cuando lo analices más en frío y revivas el encuentro que jugó el colombiano, vas a disfrutarlo mucho más. Parafraseando al entrenador de Independiente, es para servirte un whisky, prender un habano y gozar largo y tendido.
¿Había acaso un mejor plan para este 14 de febrero que una cita con Juanfer Quintero y su fútbol de alto vuelo? Nada más cautivante que ‘nuestro San Valentín’ y esa zurda que nos enamora cada día más. ¡Feliz Día!
