River igualó sin goles ante Palestino y emuló sus arranques de Copa Libertadores en el 2015 y 2018, sin victorias en sus dos primeras fechas. ¿La película tendrá el mismo final?
El millonario comenzó la Copa Libertadores con dos resultados que en otro contexto significarían un dolor de cabeza. Más allá de conseguir un valioso empate ante Alianza Lima en una noche en la que a River no le salió nada, la igualdad ante Palestino en casa podría haber generado algo más de ruido por esa máxima futbolera que reza que para pasar la fase de grupos hay que ganar todo de local y rescatar algo de visitante. Sin embargo, para el equipo de Gallardo no aplica. Al menos si consideramos los dos certámenes continentales que alzó el Muñeco desde que es DT del Más Grande.
En 2015, el inicio de River tampoco fue el esperado. Perdió en el debut ante San José en la altura de Oruro y de visitante rescató dos empates, ante Juan Aurich y Tigres. De local no pudo ni con el equipo peruano ni con el mexicano. Solamente ganó de en casa ante San José, en el cierre de la fase de grupos. Una clasificación insólita y angustiante. El final de la historia todos lo conocemos.
En el 2018, los números son idénticos a este comienzo. En el estreno igualó 2 a 2 frente a Flamengo en un Maracaná a puertas cerradas. Luego, empató sin goles ante Independiente Santa Fe en el Monumental. El millonario encaminó el pase a octavos en el mano a mano que se dio con Emelec, primero ganando en Ecuador, luego en Núñez. La clasificación se materializó en el Campín de Bogotá venciendo a los santafereños. Cerró la fase de grupos con otra igualdad sin goles en casa, ante Flamengo.
La diferencia con las dos competiciones anteriores es que no había un rival con 6 puntos transcurridas las dos primeras fechas. Tigres llegó a la tercera jornada con 4 puntos en el 2015. La misma situación se vivió con Flamengo en el 2018. Así, el equipo del Muñeco deberá visitar a un Inter de Porto Alegre que ya le sacó cuatro unidades y que aún perdiendo en el Beira Río, seguirá siendo el líder del Grupo A. Un arranque de campeón por los antecedentes, pero que obliga a no dormirse en los próximos compromisos.
