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EL MUÑECO REFLEXIONÓ SOBRE EL ÉXITO, LA FELICIDAD Y EL APRENDIZAJE EN LAS DERROTAS (IMAGEN: Prensa River)

(INCLUYE VIDEOS) En una charla íntima con el sitio oficial de la Copa Libertadores, Marcelo Gallardo habló de todo: cómo medir el éxito y la felicidad, el aprendizaje en las derrotas, qué observa en un futbolista a la hora de contratarlo y por qué planteó las dos finales de la Copa Libertadores de la manera en que lo hizo.

Más que un entrenador, parece un maestro. Más que un hombre del fútbol, aparenta ser un catedrático. El entrenador de River no sólo tiene la capacidad de dirigir a un equipo que se acostumbró en el último tiempo a ser protagonista de todo lo que juega. También baja un mensaje que es sano y constructivo en un deporte que suele ser enemigo de los proyectos a largo plazo.

En una extensa nota ofrecida al sitio de la Copa Libertadores, el entrenador millonario profundizó sobre cómo medir el éxito en una profesión tan exigente: «El ganar te da felicidad, pero después empieza otro partido que es la preparación al siguiente. Está dentro de las posibilidades que lo puedas perder. ¿Cómo lo medimos? Es el momento del logro, que rápidamente termina y empezamos a vivir otro», indicó el DT.

En cuanto a las exigencias, el Muñeco resaltó: «Yo represento a una institución que tiene mucho prestigio y que demanda permanentemente. Para mí es sinónimo de estar alerta todo el tiempo porque estar en el lugar en el que estoy me estimula para seguir evolucionando como profesional», admitió.

Por su parte, el técnico del Más Grande desdramatizó el significado que tienen las derrotas y aseguró: «Es parte de la enseñanza permanente. Cuando perdés es donde realmente aprendés. Ese momento en el cual te frustrás o desilusionás, en el cual masticás bronca, es aprendizaje para ver cómo resolvés problemas. Generalmente uno analiza muy poco las victorias. A veces los análisis se dan muy por encima. Pero después las derrotas son las que te pegan duro y a partir de ahí uno empieza a crecer. Te dan un baño de humildad tremendo y ahí está el equilibrio. Entre hasta dónde te tienen que golpear y hasta dónde llega la felicidad de las victorias», resaltó Napoleón.

«La mejor medicina a una buena victoria es una derrota. Ese es el antídoto. Nosotros tenemos que convivir todo el tiempo con el ganar y perder. Está dentro de las reglas del juego. Uno no gana siempre. El que cree que gana siempre no existe porque es una irrealidad. Cuando tenés una gran victoria disfrutala porque también podés tener una gran derrota», agregó.

Además, reveló qué es lo que busca cuando observa y pide un jugador para su equipo: «Primero sus condiciones futbolísticas, después también sus condiciones humanas», confesó. Y agregó la capacidad para leer y entender el juego: «En los partidos hay muchos momentos, que pueden ser favorables o desfavorables. Hay que saber interpretarlos. Dentro de los momentos favorables me gusta que mi equipo tome la iniciativa porque me parece que así es mucho más corto el camino hacia la victoria.  Pero también existe la otra, que es detectar cuáles son los momentos del partido y tener el manejo de las situaciones. Cuando no ponés las condiciones porque a veces los rivales te someten a eso, también hay que saber cómo resolver ese tipo de situaciones», señaló.

¿Por qué decidiste salir a jugar la primera final de la última Libertadores en la Bombonera con una línea de tres en el fondo? «Era una buena manera que nosotros impusiéramos condiciones a través de una posibilidad de atacar, tanto por dentro como por fuera, con nuestros laterales avanzados. Boca nos daba la posibilidad de jugar de esa manera. Los sorprendimos en esa primera media hora. Después, la salida de Pavón a ellos los equilibró poniendo un segundo delantero y armando una línea de cuatro en el medio. Eso lo hizo más parejo. La iniciativa la tuvimos en esa primera media hora con ese efecto sorpresa», explicó Gallardo.

¿Y la vuelta en Madrid? «Se dio en una situación bastante delicada. Después de haber sufrido esa desfocalización de acuerdo a todo lo que había pasado, ir a jugar a España al estadio Bernabéu, donde no conocías el terreno, había mucha tensión en los dos equipos. No hubo buena distribución de pelota, buena tenencia, calidad de pases y eso no nos permitió avanzar en esa primera mitad. Cuando los nervios fueron diluyendo, aún con el resultado en contra, ya el equipo tomó nuevamente las riendas del partido y esa posibilidad de identificarse con el juego que veníamos haciendo. Eso llevó a sentirnos más cómodos en el partido», concluyó el técnico campeón de América.