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FRANCO ARMANI ABATIDO, COMO CASI TODO RIVER. UNA NOCHE NEGRA PARA EL MILLO EN TUCUMÁN.

Bajos rendimientos en todas las líneas. Ineficacia arriba en los momentos favorables. Desatenciones defensivas. Errores en las dos áreas. Falta de reacción en el complemento. Las claves de una derrota que duele y pone a River contra las cuerdas pensando en la revancha. 

River recibió un golpazo en Tucumán. Una derrota impensada, tanto por el trámite como por el resultado. Resulta extraño ver a un equipo de Marcelo Gallardo así, casi de rodillas, que termina pidiendo la hora para no seguir padeciendo. ¿Qué pasó? De todo. Y aquí pasamos a analizarlo.

Desde el arranque el millonario logró imponer su idea con el libreto de siempre. Presión alta, mucha dinámica, proyección de los laterales y volantes que buscaban filtrar pases, con relativo éxito. Al menos hasta que llegó el primer tanto del Decano en el minuto 34.

Bastaron solamente tres minutos para que los tucumanos sacaran del ring al último campeón de América. Tres minutos fatales que destruyeron las buenas intenciones de River. Como pocas veces, el equipo del Muñeco recibió dos trompadas y se fue del partido. No tiró la toalla, pero estuvo al borde del nock-out. A tal punto que las reservas anímicas, que suelen dar un salto de calidad a este equipo, se agotaron en ese último cuarto de hora de la primera etapa.

En el primer gol hay un error en el achique. Salen Mayada, Pinola y Angileri, queda estancado Robert Rojas, que de ‘Sicario’ tuvo muy poco. Con ver el tercer tanto del Decano y la marca «blandita» del paraguayo alcanza para entender que el rigor físico, al menos hasta aquí, no es su mayor virtud.

River tuvo desatenciones que pagó muy caras. El segundo tanto, por ejemplo, es otra muestra clara que el Más Grande no estaba en el partido. Dicen que dos cabezazos en el área es medio gol. Para los de Zielinsky, fue un gol completo. Otra vez Robert Rojas perdió en el primer palo con un anticipo de cabeza y desde ahí el Decano desarticuló todo el esquema de marcas hombre a hombre.

De ahí en más, se pasó de jugar el partido que proponía River al que mejor le calzaba a Atlético Tucumán. River se mareó. Dejó de creer en sí mismo y comenzó a confundir los caminos. De ahí en más, prácticamente todos los rendimientos individuales bajaron de inmediato.

El más llamativo fue el de Franco Armani, que ante Aldosivi en Mar del Plata batió un nuevo récord con la valla invicta y no sólo esto. Tuvo grandes atajadas. Sin embargo, esta noche en Tucumán estuvo lento de reacción y recibió un gol que recuerda mucho al tanto de Silvio Romero ante Independiente en la Copa Libertadores. Sólo que esta vez no apareció el equipo para respaldarlo.

Los ingresos de Matías Suárez y Nicolás De La Cruz no aportaron nada. Es cierto que Rafael Borré estuvo otra vez nublado y que Bruno Zuculini estaba amonestado y al borde de la cornisa. Que Enzo Pérez pasara a ser el volante central tampoco fue gravitante como en otras oportunidades. Atlético Tucumán esperaba bien ordenado atrás y cuando la recuperaba salteaba líneas. Si River jugaba sin «5» hubiese sido exactamente lo mismo.

River tuvo una noche negra y deberá tomar nota de las falencias de esta noche para seguir con vida en la Copa de la Superliga. No es una misión imposible, pero tampoco una tarea sencilla. Ahora, a dar vuelta la historia en casa.