Isotipo_Figuras3
EL MILLONARIO SE PUSO DE PIE EN ROSARIO Y QUIERE DAR PELEA EN LA SUPERLIGA (IMAGEN: Prensa River)

El equipo del Muñeco mostró carácter y capacidad de reacción luego de ir 0-2 abajo. Una remontada vital para volver a creer y cicatrizar las heridas que dejó la final de la Copa Libertadores.

River viajó hasta Rosario con un doble desafío: vencer en un reducto esquivo en el último tiempo, ante un rival necesitado de triunfos por su posición en la tabla de descensos, y sanar rápidamente las heridas que dejó el desenlace de la final de la Copa Libertadores con una actuación convincente, que permita volver a creer y mirar hacia adelante con un poco más optimismo.

El equipo de Marcelo Gallardo lo hizo otra vez. Evidenció algunas desatenciones y mostró síntomas del golpe recibido hace una semana atrás en manos de Flamengo, es cierto. Pero paradójicamente, ahí radica el dato más positivo que dejó el encuentro de anoche en Rosario: su capacidad de reacción en los momentos adversos del partido.

El último cuarto de hora del primer tiempo fue un mal necesario. Había que poner a prueba la fortaleza anímica de este plantel, acostumbrado a las grandes epopeyas, amén de la última derrota. Había que dar muestras que la llama de ese fuego sagrado que tiene el River de Gallardo no se apagó en los minutos finales y fatídicos en Lima. Tenía que levantarse River, después de varias trompadas. Y lo hizo como un campeón.

Se fue vivo al entretiempo gracias a la pegada excelsa de Nacho Fernández, la gran figura de la noche. Más allá del gol de tiro libre, participó en los otros dos. Y fue, junto a Juanfer y Nacho Scocco, el abanderado de casi todos los ataques que tuvo River. Terminó con un dolor en el aductor que preocupa, sobre todo pensando en la final de la Copa Argentina.

En el complemento, River mostró otra piel, otro semblante, otra confianza. Los cambios en el inicio le hicieron bien al funcionamiento. El millonario mutó del 4-3-3 inicial a un 4-3-1-2. Tiró a sus dos delanteros por adentro y le quitó referencias a los defensores rivales. Juanfer y Nacho entraron rápido en partido. Sobre todo el colombiano, que empezó a manejar la pelota y a conducir como en los viejos tiempos. Por su parte, Scocco estuvo movedizo y participativo. En su partido más difícil, por todo lo que significa Newell’s en su vida, apareció para cumplir con la «Ley del Ex» y meter a los de Núñez otra vez en carrera.

Si hay que destacar una virtud del equipo del Muñeco en el encuentro de anoche ante Newell’s fue su fortaleza mental. No tirar la toalla cuando parecía que maduraba el nock out. No bajar los brazos cuando todos lo daban por muerto. Ahora River depende de sí mismo y puede trepar a la punta cuando recupere su partido postergado ante Independiente. Una buena manera de comenzar a salar las heridas.