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En las próximas horas se oficializará la suspensión del fútbol argentino. Es la única liga de Sudamérica que sigue en pie. El tiempo le dio la razón a River, que decidió cancelar todas sus actividades desde el viernes priorizando la salud.

La postura irracional de AFA y Superliga llevó a jugar una fecha de un certamen que nunca debió haber comenzado. Luego del desplante de River, que decidió cerrar sus puertas, preservar a sus socios, alumnos, empleados y deportistas, y no presentarse a jugar ante Atlético Tucumán, pocas horas después la conducción del fútbol argentino le dará la razón.

En minutos saldrá un comunicado que pondrá de manifiesto la voluntad de los futbolistas, entrenadores y cuerpos médicos del fútbol de Primera y del Ascenso: se postergarán todas las competencias oficiales, tanto de AFA como de Superliga.

La postura, desde antes que inicie el fin de semana, era no jugar y preservar la salud de los protagonistas, pero no tuvieron el respaldo institucional y fueron presionados por dirigentes para salir a jugar. ¿Qué cambió ahora? Que los capitanes estaban dispuestos a plantear este miércoles en una reunión de Futbolistas Argentinos Agremiados que quieren parar la pelota. ¿Por qué no antes? Algunos aluden a falta de tiempo, otros a cierta desorganización. En definitiva, faltó firmeza para plantarse.

River fue la punta de lanza a través de su capitán, Leo Ponzio. La decisión fue unánime en el plantel y cuerpo técnico. Desde la dirigencia bancaron a los futbolistas. Mientras Thomas Gutiérrez salía de una clínica con resultados que arrojaron buenas noticias, desde el seno del vestuario millonario estaban convencidos que la decisión iba a tener una suerte de «efecto dominó». Los dejaron solos. El tiempo, a pesar de todo, les dio la razón.