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(INCLUYE VIDEO) Thiago Domínguez, enganche de la Octava División de River, dialogó con LA MÁQUINA RADIO vía Instagram Live y contó cómo atraviesa la cuarentena entrenando desde su casa. Además, Tonchi recordó cómo fue su llegada al club, destacó el compañerismo de la categoría 2005 y explicó cuáles son sus características. «Se parece al Burrito Ortega», advirtió Javier Alonso, el entrenador que tuvo el año pasado en Novena División.

El semillero de River es una fábrica de talentos, no hay ninguna novedad en la frase. Pero cada vez cuesta más encontrar jugadores con el prototipo de Ariel Ortega, esto es, con el potrero en las venas y una inventiva dentro de la cancha que rompa con la monotonía. Es el caso de Thiago Domínguez, apodado como ‘Tonchi’ por sus amigos y compañeros de la categoría 2005.

En diálogo con LA MÁQUINA RADIO, el enganche que milita hoy en la Octava División contó cómo atraviesa la cuarentena: «Estoy en mi casa con mi familia, por suerte. La estoy pasando bien, como se puede. Por suerte puedo entrenar acá. Tengo un patio, también tengo cinta de correr, me salva eso. No es lo mismo, pero antes cuando entrenaba con el plantel por ahí podías descansar un poco. Ahora con zoom te están viendo tres técnicos más el preparador físico, te cagan a pedos si parás. Para mí es más exigente, pero sirve», reconoció.

A la hora de repasar su llegada a River, Tonchi recordó: «Mis primeros pasos fueron a los cinco años en el barrio. A los seis tenía un técnico que el hijo jugaba en River, un 2001, Juan Román Zarza. Un día estaba en mi casa y como mis papás no me querían llevar porque era chiquito, vino él y me dijo que me llevaba. Tenía ganas de probarme y fui a dos prácticas, la tercera fui con mi papá y mi mamá y al día siguiente me llamaron que había quedado. Justo había un viaje a San Pedro y fui. Fue muy lindo. Yo era chiquitito, tenía apenas seis años», indicó.

¿Qué era lo que más destacaba de sus años en las infantiles del club? «Antes se podía jugar más al fútbol, hoy es un poco más competitivo. Ahora con el cuerpo hay que jugar más fuerte, es algo que te cambia. Yo que soy chiquito físicamente me comen los grandotes, pero yo trato de jugar al fútbol», resaltó.

En 2018, el último año de la categoría en el fútbol infantil, la 2005 tuvo una temporada casi perfecta: fueron campeones tanto en AFA como en Liga Metropolitana. ¿Cómo viviste esos triunfos, Tonchi? «Me acuerdo que el técnico que me hizo quedar es el que tuve en Pre-Novena, Christian López (DT de Liga Metro, en AFA estaba Hernán Palermo). Ya ahí entrenábamos tres veces por semana. Los lunes te mataban, después los miércoles había un poco de fútbol con pelota y los viernes había que estar preparados porque ahí te citaban», afirmó.

«Estos últimos años la competitividad entre AFA y Liga fue pareja», agregó. «Salimos campeones en Prenovena y Novena en AFA y Liga. Fue muy especial y muy competitiva, porque terminamos logrando los dos campeonatos. Lo que logramos fue muy lindo», aseguró.

Tras la conquista de los títulos en Pre-Novena, al año siguiente tuvieron la dicha de ingresar al Monumental a dar la vuelta olímpica en la pista atlética, en la previa del encuentro que disputó el equipo del Muñeco ante Patronato. ¿Qué recuerda de ese día? «Fue lo más lindo, entrar, que la voz del estadio diga tu nombre, dar la vuelta olímpica, que la gente te aliente, ver a tus papás contentos con una sonrisa de oreja a oreja me llenó el alma. Fue muy lindo, hay que tener paciencia y trabajar duro para algún día estar ahí adentro», admitió.

Consultado por la transición del fútbol infantil al juvenil, Tonchi reconoció que el cambio no fue nada fácil: «Fue un salto muy grande. En Novena no costó bastante el primer semestre. Después el segundo nos preparamos bien y nos fue como nos fue», señaló. ¿Cómo les fue? Vencieron a Boca en semifinales y golearon a Estudiantes de La Plata en la final: «En realidad tuvimos tres finales, no dos. En la última fecha tuvimos que ganarle a Gimnasia en cancha de ellos, que fue difícil. Después vino Boca y Estudiantes. Ya en la semana previa con Boca nos mentalizamos y lo encaramos el partido como una final, Cuando se pudo jugar al fútbol se jugó y cuando se tuvo que meter se metió, es lo que nos pidió el profe», manifestó.

El 2019 culminó con una última vuelta olímpica, estaba vez en un torneo disputado en Córdoba. Con el sabor especial de enfrentar otra vez a Boca, esta vez en la final: «La primer fecha jugamos con Gremio y empatamos cero a cero. En la segunda jugamos con Boca y perdimos uno a cero. Medio que la clasificación estaba complicada. A la noche nos juntamos en la habitación de Enzo Evangelista y nos propusimos eso, dar un paso más para terminar de la mejor manera. Gracias a Dios lo pudimos dar y terminamos festejando en la final contra Boca. Fue lindo porque habíamos jugado la final con Estudiantes un sábado, viajamos el lunes y a la otra semana ya estábamos jugando la final de nuevo contra Boca y festejando el campeonato. Fue un año increíble», deslizó.

A la hora de hacer su balance, Thiago Domínguez eligió los conceptos y consejos que supo incorporar a su juego: «Mejoré las cosas que me dijo Javi. Por ejemplo, a veces agarraba la pelota en la mitad de la cancha y quería encarar. Me dijo que donde se puede jugar se juegue y donde se pueda encarar, encare. Eso lo entendí y creo que mejoré. Él me corrigió eso y me está yendo bien. Es una gran persona Javi, la verdad que me bancó mucho, se lo agradezco», aseguró.

En cuanto a las virtudes colectivas de la categoría, expresó: «El grupo de nosotros es muy lindo, muy unido. Eso es lo que más me gusta de los chicos. Por más que nos toque ser titulares o suplentes, al que le toca estar lo alentamos y el que sale nos alienta. Es lo que más me gusta de nosotros», manifestó. Además, apuntó a la competencia interna: «En juveniles arranqué de titular en el primer trimestre, después tuve bajones y fui al banco. Cuando el equipo me necesitó siempre aporté mi granito de arena. El que se relaja ya está, viene otro y tenés que esperar tu chance», admitió.

¿Cómo se define como jugador? «Estoy jugando de enganche o de siete. Me gusta armar juego o habilitar a los compañeros. Soy más de encarar y gambetear. No le pego mucho al arco, no me tengo mucha confianza. ¿Si soy un jugador de potrero? Yo trato de jugar igual. En el barrio juego a la pelota, en River juego al fútbol».

En cuanto a su carácter, admitió que «ser divertido y alegre es mi forma de ser. Todas las mañanas me levanto así, con ganas de joder, sobre todo en el desayuno o antes de los entrenamientos. Después, cuando hay que ponerse serios nos ponemos serios», indicó. Su ex-entrenador, que participó de la charla vía Instagram, encontró su espejo como futbolista: «Se parece al Burrito Ortega». ¿Pavada de elogio, no?

A la hora de elegir su mejor gol, eligió uno de un superclásico: «Uno de tiro libre a Boca jugando el Liga. Fue de afuera del área, tirado a la izquierda. Me tenía fe. Estaba Gaitán que tiene mejor pegada que yo le iba a decir que le pegue él, pero me dijo que le pegue yo. Cuando vi que entró no lo podía creer», reconoció.

Para finalizar, expresó qué significa vestir la camiseta de River: «Es un orgullo y un privilegio porque son demasiados chicos los que quisieran estar acá y sólo somos cuarenta y pico los que defendemos el club. Es algo único». ¿Y tu sueño? «Uno siempre sueña con llegar a la Primera. Para eso hay que tener paciencia y trabajar duro. Ojalá algún día se me de», concluyó.