Gonzalo Montiel jugó otra final inolvidable: fue un muralla en su lateral y dejó el alma en cada pelota. El lateral millonario terminó el partido con sangre en su tobillo y visiblemente lastimado por algunos cruces con los delanteros de Brasil.
Iban apenas tres minutos cuando Fred dejó la plancha y los tapones marcados en el tobillo de Gonzalo Montiel. Fue el primer cruce fuerte de un clásico caliente. Ostojich resolvió apenas con una amarilla, pero debió ser algo más. De ahí en adelante, el lateral de River jugó casi en una pierna. En un tobillo, para ser más justos. Lo que hizo todavía más grande la actuación de Cachete.
El lateral derecho de River Plate fue el abanderado de la entrega y el corazón que tuvo la Selección Argentina. Le tocó bailar con la más fea: tuvo que marcar casi mano a mano a Neymar Jr., el futbolista más desequilibrante que tenía el rival. Y no solamente se la bancó en la marca y anuló al habilidoso delantero, sino que además lo sacó del partido y lo llevó a jugar al terreno más incómodo.
La imagen de Gonzalo Montiel encarando a Neymar sentado en el piso es el fiel reflejo de lo que fue ese duelo. El defensor nacido del semillero millonario terminó golpeado, con el tobillo ensangrentado y con un pisotón a la altura de las costillas producto de la impotencia del atacante rival.
Un guerrero de mil batallas, que volvió a ser figura en otra final inolvidable y conquistó su noveno título como jugador profesional. El primero con la camiseta de la selección Argentina. El segundo ante el rival de toda la vida.
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