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Patricio Loustau volvió a ser protagonista de otro superclásico caliente: sacó diez tarjetas amarillas -seis dirigidas a jugadores de River- y no expulsó a Marcos Rojo por dos acciones violentas. Otro arbitraje polémico del juez.

Cada vez que sale designado Patricio Loustau para dirigir algún partido del millonario, el Mundo River mira con desconfianza. No es para menos. Los últimos antecedentes marcan que al club de Núñez no le ha ido nada bien. Todavía sobrevuela aquel partido ante Atlético Tucumán que privó al equipo de Marcelo Gallardo de obtener su primer título local. Por eso, su presencia en el clásico de esta noche no cayó bien desde el vamos.

Más allá de las preferencias, el superclásico tuvo mucha pierna fuerte, de un lado y el otro. Tal es así que River se fue al descanso con cuatro futbolistas amonestados: toda la defensa -menos Fabrizio Angileri- y Enzo Pérez. El complemento no fue menos picante. Bruno Zuculini y Braian Romero se sumaron a la lista de las tarjetas amarillas.

Sin embargo, hubo una jugada puntual que desató toda la bronca del banco de River. Julián Álvarez anticipó de cabeza y Marcos Rojo, con una patada voladora, le dejó tatuado los tapones al juvenil millonario. Era roja directa, pero Patito resolvió con una amonestación. Demasiado premio. Para colmo, pocos minutos después el mismo Rojo volvió meter un golpe que merecía expulsión, esta vez por un manotazo sobre De La Cruz cuando la pelota no estaba en disputa.

Así, le perdonó la vida a Marcos Rojo en dos oportunidades y le dio a Boca la posibilidad de terminar el partido con diez jugadores. Otro arbitraje polémico de Patricio Loustau. Otra vez contra River.

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