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River dominó de principio a fin y, aunque se quedó corto con el resultado, venció 2-0 a Fortaleza para acumular puntaje perfecto y conservar la valla invicta.

Nueva noche de Copa Libertadores en el Monumental, otra vez con público local, otra vez con público visitante. El fervor ya se notaba en los ingresos porque la gente cantaba hasta quedar afónica, la noche tenía a la luna protagonista y dentro del estadio aguardaba un choque interesante con diferentes estilos. No sin antes enviarle fuerzas a Robert Rojas cuando el cartel electrónico hizo enorme su figura, el pitazo inicial le dio rienda suelta a un verborrágico ida y vuelta. Apenas un minuto tardó River en juntar a Julián Álvarez y Matías Suárez, pero el cordobés picó adelantado y la respuesta no se hizo esperar.

Fortaleza, por medio de Juninho Capixaba y Moisés, agarró mal parado a Andrés Herrera en velocidad y encontró a Renato Kayzer, que le dio mordido y Milton Casco alcanzó a despejar al corner. Primer sofocón inesperado. Volvió a molestar Moisés por izquierda con un remate rasante tras asistencia de Lucas Lima, pero no pasó a mayores. Enfurecido, Nicolás De La Cruz tuvo doble chance para avisar de su remate de media distancia. Y la tercera fue la vencida porque Enzo Fernández capturó un rechazo corto y desató la locura. Golazo de un jugador que vive un momento dulce, crocante, endiablado. Un gol de 10 a los 10 minutos.

Si el conjunto brasileño defendía mal, poco tenía que ver con el ataque. Desarticulado pero refugiado en la habilidad de Yago Pikachu, el goleador solitario, el León amago con ser un hueso duro de roer, mitad por la solvencia de Franco Armani y el resto porque las embestidas del anfitrión olían sangre. Por un lado, por el otro, por el centro. Indescifrable la tónica ofensiva y también atrás, porque Paulo Díaz y David Martínez sacaron absolutamente todo. ¡Si entraba la sutileza de Suárez, había que cerrar todo! Y entró… pero estaba en posición prohibida. Recién a los 33′ se estiró la diferencia cuando, como si no hubiese aprendido del error, la visita dejó corto un rechazo post tiro de esquina y De La Cruz se llenó el empeine con placer para ponerla pegada al palo de Max Walef. Intentaron Casco, DLC, Suárez, Enzo Jr… ¡Todos! Muchísimo espacio para tentarse con el fierrazo. La agonía del reloj conllevó al entretiempo, pero el resultado estaba lejos de ser definitivo.

Estaba enojado Julián, se notaba, se fue con pocas pulgas al vestuario y así volvió. Un 9 siempre necesita del gol para oxigenarse, él lo sabía y lo necesitaba como agua en el desierto. Insoportable para los defensores, movedizo por todo el ancho y solidario para recuperar. Era cuestión de tiempo. La orden de Juan Pablo Vojvoda pareció ser esperar el contraataque y buscar el pelotazo largo, mientras que Marcelo Gallardo se sabía conforme pero consciente que faltaba el golpe de K.O. Sin demasiado trabajo, aportes claves de Enzo Pérez en la distribución rápida y de Santiago Simón en los toques de primera en busca del flechazo al arco rival.

A los 67′, cansado de buscar centros venenosos sin conexión alguna, el Milton de los 200 partidos soltó un zurdazo que martilló el ángulo superior derecho. Se lamentaron las cuatro tribunas, que minimizaron los tímidos cánticos de la parcialidad adversaria. Con media hora por delante, sustitución de piernas: Juan Fernando Quintero para manejar los hilos y descanso para Suárez, calidad de alto voltaje y un verdadero refuerzo para el Muñeco. Fantasías a cuentagotas de Juanfer, algún que otro acierto pero suficiente para que no se resienta la verticalidad. La Araña insistía, no se daba por vencida, fuese el rol que fuese, seguía presionando en busca de su conquista.

Por izquierda había aroma al tercero de la jornada, que se hacía desear, que no se dejaba seducir, pero el dueño de casa no cambió el libreto ni por casualidad. Estaba en lo cierto porque el marcador, que aún así quedó corto, lo avaló con creces. Ahora era Braian Romero el que potenciaba la presencia en la delantera. Y sí, Julián seguía bailando al compás de la música, quería conquistar a la más linda del boliche a toda costa. Tenía con qué pero era víctima del tiempo. Sobre el final, algo insólito. Empujones en el círculo central, careos confusos y un árbitro que dejó seguir por milésimas de segundos antes de decretar el fin. River ganó, acumuló seis de seis, y va por Colo Colo.