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River venció a Platense

Por el último compromiso de la Zona 1 de la Copa de la Liga Profesional, River debió padecer innumerables dolores de cabeza para sacarse de encima 2-1 a Platense. Con goles de José Paradela y Julián Álvarez, desde los doce pasos, ganó y ya piensa en Tigre.

Tranquilidad. Esa fue la palabra que describió el semblante de la gente en los ingresos al estadio. Con la felicidad de saberse clasificados, con la alegría de volver al Monumental y mirando de reojo a Tigre. Pero había que cumplir y enfrente estaba Platense, un rival que con sus armas llegó combativo en los primeros minutos. Y fue tal el trámite del inicio, errores no forzados y manotazos que entorpecieron cualquier intento. El Calamar atrapó al alternativo dueño de casa en mitad de cancha y desplegó sus tentáculos por las bandas. Ignacio Schor y Horacio Tijanovich, los más inquietos a espaldas de Bruno Zuculini. Y pasados los diez minutos llegó el golpe de River: José Paradela la encontró al borde del área y soltó un derechazo siendo zurdo. Y qué bien le pegó para vencer a Jorge De Olivera. Golazo. Pero la película de terror dio a conocer su trailer: en una salida, Leandro González Pirez se la cedió larga al debutante Ezequiel Centurión, Emanuel Mammana la protegió mal, Javier Pinola quedó lejos y el arquero nada pudo hacer ante la aparición de Brian Mansilla. Empate increíble en una ráfaga de tiempo.

La defensa Millonaria, una invitación para una pochoclera serie de suspenso con escenas no aptas para cardíacos. Cada vez que Agustín Palavecino quiso comandar estuvo rodeado de piernas, al igual que Cristian Ferreira pese a la insistencia de hacerse ver como opción de pase. Descansaba la visita en los pies de Nicolás Bertolo, intermitente para lastimar por izquierda y asociarse frente a un rival adormecido. El esfuerzo suele tener recompensa, pero fue insignificante que Pinola, sin vocación de creador, fuera quien escalara posiciones para tratar de generar peligro. Muy apagado River, Platense se le animó de a poco. La pelota parada, una de las herramientas menos utilizadas por ambos, comenzó a inclinar la balanza porque Mammana ganó de arriba y tuvo sus chances. Lejos de brillar, el primer periodo llegó a su fin.

Ganas de redimirse le sobraban al once muletto de Marcelo Gallardo, que en Santiago Simón halló al interprete ideal para recuperar y jugar simple. Nula participación de Braian Romero, el encargado de ser el eje en ataque. Lento, irresoluto, previsible. Recién a los 55′ nació una nueva situación nítida: volea de sobrepique de Mammana que cruzó el área de derecha a izquierda y Paradela, solo con la necesidad de empujarla, la mandó afuera. Creer o reventar. Equipo resquebrajado, sin luces, dubitativo, inocente… Y podríamos seguir calificando la pasividad del anfitrión. La hinchada se hacía eco de cada instancia malograda y reconocía con aplausos las buenas ideas. Mucho por mejorar, poco y nada para rescatar… Y se cansó el Muñeco de esperar la reacción: Tomás Pochettino, Esequiel Barco y Julián Álvarez adentro para sacudir 70 minutos de modorra.

¡La Araña como encargada de la elaboración! Y mal no estuvo con cambios de frente y toques de primera en tres cuartos. Cambió la imagen y le lavó la cara a la faceta ofensiva. En una de las escapadas de los recién ingresados, la pelota le quedó en velocidad a Elías Gómez, de flojo accionar. Schor, en vez de acompañar, se tiró a barrer y Patricio Loustau cobró un polémico penal que tardó en corroborar. El VAR no llamó y el juez no cambió su decisión pese a la irrupción volcánica del plantel de Omar De Felippe. Poco le importó a Julián, que la mandó a guardar para transmitir calma en medio de la frenética impaciencia. Se agotaba el tiempo, o mejor dicho la bomba de tiempo. Daba para cualquier cosa. Por las dudas, Enzo Fernández y Nicolás De La Cruz a la cancha. Tres puntos trabajados, demasiado como para sufrir de la manera que lo hizo, pero River ganó y sigue en competencia. Ahora, a pensar en el Matador.

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