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Julian Alvarez metió 6

Lapidario 8-1 de River sobre Alianza Lima para coronar la mejor fase de grupos de la era Gallardo. Julián Álvarez, en seis ocasiones, la figura interestelar de una fiesta que también tuvo regalos de Santiago Simón y Elías Gómez.

Ultima función del Grupo F en el Monumental con el anhelo de estar entre los mejores primeros del torneo de cara al sorteo de Octavos. En Chile, entre Colo-Colo y Fortaleza se peleaban para obtener el segundo puesto. Presión intensa en una noche cruda, helada, pero de fútbol. Suficiente para entusiasmarse con varios goles de River, que en los papeles y en el historial se sabía demasiado superior al conjunto peruano. En 5 minutos nomas, Emanuel Mammana llegó hasta el fondo y capturó una pelota perdida de sobrepique que se fue cerca del segundo palo. Fue Hernán Barcos el que respondió con un tibio cabezazo a las manos de Franco Armani, rápido para iniciar el contraataque desde el fondo con un saque a los pies de Paulo Díaz, abanderado del primer pase.

Tres minutos más tarde encaró Esequiel Barco por izquierda, logró quedar cómodamente para un remate y apretó el cuadrado. Tan rasante como desviado. Con solamente un cuarto de hora disputado, Alianza Lima ya estaba metido atrás sin ánimos de jugar con solvencia. Y claro, hacía 28 partidos que no lograba ganar en el certamen continental. ¿Por qué lo haría ante un adversario voraz que celebraba otro año de vida con su gente? Y si de picar se trata, la Araña picó bien fuerte. Julián Álvarez definió ante la salida de Ángelo Campos para comenzar la demolición, algo que continuó él mismo 180 segundos luego. Con sólo un doblete de matador se hizo justicia porque el porvenir iba a ser mucho más auspicioso.

Pero llegó la mala noticia: Milton Casco salió por lesión y Elías Gómez tomó su lugar. Se movía el Millonario con paciencia, cantaba la gente y el fútbol prometía más capítulos alegres en pleno feriado. Destellos de Oslimg Mora y Arley Rodríguez, los más inquietos de una visita con sobresaltos, temerosa, dubitativa y amateur. Crecía Nicolás De La Cruz como eje de la distribución, descargando de primera y auxiliando en el círculo central. Gracias a esa presión, a cinco del entretiempo, hat-trick del 9 del Manchester City que, milagrosamente, todavía tiene la banda roja en el pecho. El descanso sirvió para hidratarse, pero si se jugaban 90′ de corrido, River era capaz de meter todos los goles que se propusiera sin bajar la intensidad ni por asomo. Aunque en la previa todos los flashes estuvieron apuntando a una inoxidable Susana Giménez, finalmente se los robó nuestro actor de reparto: Julián de Calchín.

Quien pensara que el ritmo frenético iba a decaer, no conoce el hambre que tiene este equipo. En tres minutos del complemento, Enzo Fernández estrelló un derechazo furioso contra el primer palo. Las puñaladas de David Martínez con pases tan silenciosos como punzantes desencadenaron grandes ocasiones en tres cuartos, con poco por recorrer y muchísimo por lastimar. Discontinuas cosquillas del plantel de Carlos Bustos, que se dedicó a esperar pero no tuvo otra obligación que sacar sacar medio nueve veces… El veneno entre ceja y ceja para la Araña cordobesa, que en casi 10 rompió a espaldas de Jefferson Portales y soltó un latigazo-asistencia para que Santiago Simón, en dos tiempos, inflara el marcador.

Ni un minuto pasó. ¡En serio! Julián nunca da tiempo de parpadear. Fiel a ese estilo, capitalizó una equivocación infantil para meter el quinto de un aniversario delirante. Del otro lado del campo era todo desolación, pesadilla, caos… Mientras tanto, sí, otra vez Álvarez. Ufff… Todo Perú derechito al santuario para curarse el ojeo post partido. Cambios por aquí, cambios por allá, nada nuevo hasta que a diez del final, Elías Gómez se sacó la mufa con un sablazo delicioso que se clavó bien arriba.

¿De quién veníamos hablando? Ah, sí, Julián Álvarez. Encaró del centro hacia la izquierda, engañó con el cuerpo, fue apilando rivales, no soltaba el remate y se agotaba el tiempo de decisión. Excepto para él. Cuando quiso, selló su obra de arte con un fuerte zurdazo que ridiculizó a propios y extraños. Sexto en su cuenta personal. Qué fácil hace todo, por Dios… Y la goleada era similar a la de 2018 vs. Jorge Wilstermann, pero el penal de Paulo Díaz sobre Arley Rodríguez permitió que Pablo Lavandeira descontara distancias.

Con esta producción futbolística, nada para reprochar porque enfrente no hubo oposición. 16 puntos sobre 18 posibles, la mejor marca durante la gestión del Muñeco en una fase de grupos de Copa Libertadores. Un dato que ilusiona pero que invita a estar alerta a la espera del sorteo. Es por acá, River.

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