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En una actuación que dejó mucho que desear, con falencias futbolísticas y falta de carácter, River perdió 1-0 en La Bombonera. Una cachetada que puede complicar definitivamente sus aspiraciones en el torneo.

Parada brava para el equipo de Marcelo Gallardo, quien decidió sorprender con una formación ultra ofensiva, sin dar referencias en ataque y con una defensa mutante en 3-5. Sin embargo, de entrada fue el dueño de casa quien impuso condiciones con dos arremetidas por derecha que terminaron llevando peligro por medio de la pelota parada. Rápidamente, entre indicaciones y sobresaltos, River tuvo la más clara a los ocho minutos, pero a Suárez se la sacaron en la línea.

Un puñado de minutos y el partido ya se había tornado de ida y vuelta, con el mediocampo de paso y dos equipos buscando lastimar a su rival. El Millonario comenzó a buscar su eje ofensivo en tres nombres: De La Cruz para manejar la pelota, Solari para encarar y Suárez para terminar las jugadas. El ida y vuelta era futbolístico, pero también físico y verbal. Intenso, como suelen ser todos los Superclásicos.

Fue en la mitad de la cancha donde el Más Grande comenzó a sentir algunos sofocones. Con De La Cruz más abocado a la construcción, Enzo sentía el agobio de ser la única marca. Y si bien River había tenido la más clara, Boca comenzó a acumular las llegadas en cantidad. Le costaba mucho al visitante contener los embates de un Xeneize con poca claridad pero mucha voluntad. Y así, entre ataques aislados y más buenas intenciones que buen fútbol se fue diluyendo el primer tiempo.

El complemento inició con tres cambios en el conjunto visitante: Borja, Barco y Aliendro en lugar de Quintero, Solari y Herrera. A los siete minutos, una durísima falta sobre De La Cruz en la mitad de la cancha volvió a caldear las cosas, pero tanto el árbitro como el VAR decidieron que no era nada. Se jugaba poco y se pegaba mucho en La Bombonera. Hasta que Langoni sacó un disparo tremendo que Armani mandó al córner. De ahí llegó el gol de Benedetto, de cabeza, para abrir el marcador.

River se sumía en la tibieza de no lograr hacer nada con claridad: ni atacar, ni defender. Así le fue facilitando las cosas a un Boca que, ya estando 1-0, se movía con más soltura. Ni siquiera el cambio de Beltrán, en lugar de Suárez, pudo darle frescura a un ataque riverplatense que jamás encontró los caminos al arco de Rossi. Lo que si se sucedieron fueron las acciones violentas que el árbitro pasó por alto y que provocaron, por ejemplo, que Aliendro termine con la nariz rota.

El Millonario no pudo gravitar en toda la segunda mitad del partido. Apenas algunos tiros mal direccionados de Barco que Rossi controló sin mayores sobresaltos. Incluso Boca pudo estirar el resultado, pero Pol Fernández le erró al arco. El tiempo adicional mostró a un River que intentó y se volcó al área rival, pero nunca supo cómo lastimar. Ya sobre el final, Rojo se fue expulsado por una patada a la cabeza de De La Cruz. Pero ya era demasiado tarde para sacar provecho de eso.

Una vez más, River volvió a fallar en un partido importante que le daba la chance de sumarse definitivamente a la pelea por el campeonato. El extraño armado del equipo, la falta de respuestas futbolísticas, el bajo rendimiento de los suplentes y la evidente falta de carácter fueron un cóctel explosivo que le regaló al eterno rival un nuevo Superclásico sin hacer mucho esfuerzo.

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