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River volviò a perder

Nueva caída en la Liga Profesional, esta vez 2-1 contra Banfield en el Estadio Mâs Monumental. Brújula perdida, niveles por el suelo y un panorama oscuro en lo que queda del año.

El espaldarazo del hincha tenía que estar y estuvo. Otro Monumental repleto para bancar la parada después del traspié en el Superclásico y un nuevo motivo para creer: presentación oficial de la indumentaria alternativa con la ilusión de que se convirtiera en un amuleto. Desde el vamos, quizás como lección del último domingo, Marcelo Gallardo volvió a las bases: regreso a la titularidad para Santiago Simón y Agustín Palavecino. Lo que llamó la atención fueron las ausencias de Javier Pinola, Milton Casco y Enzo Pérez, quizás pensando en la visita del fin de semana a San Lorenzo.

Comenzado el choque, el Millonario se mostró activo para juntar pases pero en casi media hora solamente pudo patear una vez al arco: volea rasante de Andrés Herrera para buscar a Pablo Solari, que le dio de primera y encontró la resistencia de Facundo Cambeses. Un minuto después, a los 26, golazo de Banfied. Descuido de Elías Gómez, centro para Juan Cruz e impacto en el travesaño pero, en el rebote, zurdazo inatajable de Alejandro Cabrera. Nada que hacer para Franco Armani. Nuevo sopapo para el plantel, de esos que lo tiran a la lona y que lo dejan sin reacción.

Pelotazos sin destino, pases hacia atrás, entregas equivocadas… Triste primera mitad sin atenuantes. Apenas los destellos del solitario Nicolás De La Cruz que nunca se esconde. Increíblemente, a dos minutos del entretiempo, el Millonario tuvo una ráfaga de rebeldía que quedó apenas en eso. Con tan solo imaginar un reto por parte del Muñeco en el vestuario basta para entender que nada salió como lo planeado. Se la jugó Gallardo a instantes del arranque del complemento con el ingreso de Miguel Borja por Lucas Beltrán.

River llenó de centros llovidos el área del Taladro, le prendió velas al colombiano y así tuvo su rédito: empate a los 25′ con un cabezazo bien de killer. Pero tres más tarde todo se desmoronó: a la salida de un córner, por el segundo palo, derechazo cruzado de Julián Palacios y en desventaja de nuevo. Espanto defensivo. Para colmo, la visita se infló con este colchón de oxígeno y el dueño de casa todo lo contrario. Se pinchó como siempre y jugó como nunca.

Ni Matías Suárez ni Esequiel Barco le cambiaron la cara a una versión pálida. ¡Reapareció Tomás Pochettino! Pero sí, en vano. Lentitud, flojera y consecuencias severas. La gente fue la única que aprobó su rendimiento. Y merece más respeto…

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