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La despedida de Ponzio

Rodeado de grandes figuras de la historia de River y del inmenso cariño del hincha, Leonardo Ponzio cerró con broche de oro su carrera como futbolista profesional en el Estadio Mâs Monumental.

Las puertas del Estadio Mâs Monumental se abrían una vez más, pero esta vez para homenajear a un emblema de la historia riverplatense. Desde temprano, entre música, ansiedad y mucho color, los hinchas fueron colmando las tribunas del Antonio Vespucio Liberti para rendir su cariño y agradecimiento a Leonardo Ponzio, quizás el futbolista más significativo que ha tenido River en la última década. 

Luego de toda la previa, llegaron ellos: ex jugadores, símbolos e ídolos indiscutibles del Millonario. Alonso, Francescoli y Ortega fueron el trinomio glorioso que encabezó una noche para el recuerdo. Los siguieron otros emblemas como Cavenaghi, Maidana, Pinola, Casco, Enzo Pérez y Pratto. Tampoco faltaron los aplausos para los Nachos (Scocco y Fernández), para el Chori Domínguez y para D’Alessandro. Y llegó el protagonista absoluto de la jornada.

En una noche muy emotiva, Leonardo Ponzio jugó un tiempo para cada equipo. Fue anecdótico que el team blanco se impusiera 7-6 sobre el rojo: lo importante fueron las perlitas que dejó el partido. Nacho Fernández y Enzo Pérez fueron los primeros en anotar. Del otro lado, mientras Ortega se lucía con tacos, pases de primera y otros lujos, Cavenaghi metió un doblete. De un lado y del otro, Domínguez la metía junto al palo izquierdo y D’Alessandro definía con un globito por encima de Lux.

Ya en la segunda mitad, y con cambio total de formaciones, Diego Milito (curiosamente vestido de rojo) volvió a poner en ventaja a los suyos. Y ahí llegaría uno de los momentos culmines: Francescoli se sacó cuatro rivales de encima y definió cruzado para hacer delirar al Monumental y añorar aquellos años gloriosos. Luego llegaría el gol de Ponzio, de penal, contra Bologna. Abreu, del otro lado, marcaría por duplicado (uno de penal, obviamente, picándola). David Nalbandian también aparecería para anotar su nombre en el marcador.

Otra perlita de la noche fue cuando Batalla le dejó su lugar a Enzo Pérez, que se calzó el buzo verde de arquero una vez más. Sufriría un gol de Braian Romero, pero luego se cruzaría toda la cancha para protagonizar una jugada insólita: le pateó un penal nada más y nada menos que a Ponzio. ¡Y Leo se lo atajó! Todo era risas y abrazos, sentidas palabras y ojos llorosos. Para cerrar la jornada, apareció Soledad Pastorutti y cantó una sentida versión de «Brindis» mientras Leo abrazaba a su hija Paula.

«Porque los días se nos van, quiero jugar hasta el final. Por otra noche como esta doy mi vida», cantaba La Sole. Y mientras tanto, el hincha entonaba su propio rugido. De todas las tribunas bajaba el «Olé, olé, olé, Ponzio, Ponzio». El sentido agradecimiento ya se mezclaba con nostalgia, se respiraba un aire de despedida en Núñez. “Siento que estoy en deuda con todos ustedes. Me hicieron vivir una noche inolvidable”, dijo el protagonista entre lágrimas. Así culminó una noche de pura emoción que será recordada por mucho tiempo. Para el Capitán Eterno… las gracias son eternas.

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