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River volvió a perder como local

Con otro rendimiento lamentable, River cayó 1-0 ante un Talleres que estuvo lejos de imaginar un buen desenlace. Nuevo capítulo de una noche negra y sin atenuantes.

En horario vespertino y con el sol regalando sus últimos esbozos de alegría, el que debía iluminarse era River para seguir con chances de pelear. Con ausencias pronunciadas y reapariciones que debían aprovechar la oportunidad. El encuentro comenzó con Pablo Solari y Esequiel Barco bien activos por los costados, este último hasta incluso por dentro. Sin embargo, 15 minutos necesitó el equipo para tener la más clara: centro preciso del Pibe y cabezazo débil de Miguel Borja al muslo de Guido Herrera.

Algunas aproximaciones de Talleres no habían podido hacer tambalear la seguridad del Millonario con pelota al pie. Eso sí, debía estar más fresco en las decisiones. La T se aferraba a la fricción para defender y los pelotazos largos para lastimar. Sin mayores inconvenientes, la zaga local estuvo atenta para cortar en el momento justo. Pero si se animaba un poco más, se complicaba la ecuación para el dueño de casa, que se apagó poco a poco hasta nublarse.

Luces prendidas en el Monumental pero no en la inventiva de los jugadores, muy desprolijos para avanzar a tal punto que Bruno Zuculini vio la amarilla prematuramente. Lo mejor era que terminara la primera mitad. Por suerte, así fue.

Sobrevino la noche en Núñez y con ella el segundo tiempo. Ráfaga de Barco por izquierda y algún que otro intento de Palavecino en la puerta del área. Una polémica de posible mano a favor de River que fue ignorada, el show de Facundo Tello sin permitir el ingreso de Emanuel Mammana -fue atendido por un golpe- y la doble salvada de Ezequiel Centurión adornaron los siguientes momentos.

El conjunto cordobés no se rendía, no sufría y complicaba con poco. El Muñeco tomó nota y mandó a Juanfer Quintero a la cancha para filtrar pases y darle una pausa a la zona de volantes. La gente se volvía loca, explotaba contra el árbitro y al mismo tiempo pedía intensidad. Solamente por Ezequiel Centurión seguía 0-0 la fría noche. Mover el banco no sirvió de mucho porque la merma colectiva, la misma que lo traiciona todos los partidos, se apoderó del juego.

Y la ineficacia le dio vida, otra más, a Talleres: corrida de 70 metros de Diego Ortegoza tras un córner improductivo en el arco cordobés y gol. Nada que hacer para Centurión, que fue de lo mejor para evitar un papelón más grande. Papelón al fin. River ya no pelea el campeonato, sino contra sus propios fantasmas. Deplorable.

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