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River goleó a Estudiantes

En una noche que contó con todos los estados de ánimo, River se floreó por 5-0 para trepar en la tabla anual. Enfrente tuvo a un Estudiantes temeroso que no pudo aguantar la efectividad del dueño de casa. ¿Los goles? Solari, Barco, Suárez y dos de Borja.

Si los milagros todavía seguían existiendo, River se aferraba a ellos. Había que ganar, seguir sumando, fortaleciendo la confianza en un 2022 que todavía no terminó y un año entrante que requería revancha. De reojo, inevitable pensar en lo que vendrá.

El pitazo inicial encontró a un River enérgico que buscó inquietar por todos lados pero solo quedó a orillas del arco de Jerónimo Pourtau. La ráfaga de buenas intenciones culminó a los 15 minutos y Estudiantes adelantó sus tropas. Apenas algunas equivocaciones de la defensa local que no pasaron a mayores ni complicaron a Franco Armani. En los pies de Juan Fernando Quintero y Agustín Palavecino iniciaba la inventiva, que se acentuaba con los cambios de frente de Paulo Díaz para Andrés Herrera, encargado de los envíos venenosos al corazón de la zona caliente.

Tak, tiki, tak, tocaba el Millonario para el delirio del Monumental. Cuando Nicolás De La Cruz pudo, encaró en velocidad y se la dejó servida a Miguel Borja, al límite del offside, que castigó con un disparo defectuoso que igual tuvo destino de red. Otra vez el Colibrí para tomar confianza con el gol. Cinco minutos más tarde, Juanfer frotó su zurda y habilitó a su compatriota para un remate a quemarropa. Golazo. La única pálida, la salida de Lucas Beltrán por una molestia. Adentro Pablo Solari.

Todo del dueño de casa el partido. El Pincha atinaba a ensayar las contras, pero la voracidad de su rival no le permitía acomodarse. Recién en el complemento, después de que River desperdiciara una y otra vez las chances de estirar la diferencia, el León logró amenazar por los costados. No obstante, no pudo contar con recurrencia de su arma favorita: la pelota parada. A esta altura, promediando la media hora de la segunda mitad, la banda se lucía a puro toque y paciencia, mientras que su adversario estaba noqueado desde que el Colibrí picó por duplicado.

Destellos tenues de José Paradela, amagues de Esequiel Barco y algo de un impreciso Pablo Solari. No mucho más. El ritmo se vino a pique, la noche estaba en pañales y soplaba el viento del Río de La Plata. Marcelo Gallardo seguía realizando modificaciones en busca de cerrarlo. Y sí, Solari y Barco la metieron para cortar la malaria frente a la red, a lo cual se sumó Matías Suárez. El cordobés selló la goleada y le pidió perdón a la hinchada, quizás por el penal que malogró en la serie ante Patronato, en la eliminación por Copa Argentina. Ocho goles en dos partidos y valla invicta para sumar en el anhelo de jugar la próxima Copa Libertadores. Chapeau.

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