Hace 30 años fallecía el ídolo máximo de la institución, Angel Amadeo Labruna. Se iba con él la sabiduría y el temple de un ganador nato, pero dejaba sembrada para siempre su semilla y su gen 100% riverplatense.
Fue, es y será el goleador histórico del Club Atlético River Plate y del fútbol argentino (junto a Arsenio Erico) con 293 tantos. Fue integrante y emblema de la célebre delantera millonaria -para muchos, la mejor de todos los tiempos-conocida como «La Máquina».
Como director técnico, volvió a River en 1975 para cortar una racha de 17 años sin títulos. También dirigió en Defensores de Belgrano (lo llevó a la Primera B en 1967), Platense, Rosario Central (donde consiguió el primer campeonato «Canalla» en 1971). Además dirigió a Talleres, Racing Club, Lanús y Chacarita Juniors.
En el 2003, a 20 años de su paso a la inmortalidad, la Subcomisión del Hincha de River oficializó el «Día Internacional del Hincha», en homenaje al gran ídolo. No fue un gesto menor. Muchísimos jóvenes y generaciones que no vieron jugar y/o dirigir a Angelito, lo adoptaron como bandera del fútbol y de la identidad millonaria.
En época de «vacas flacas», Labruna estuvo más vigente que nunca. Casi como un prócer. Como un referente indiscutido del paladar negro y el sentir la camiseta. Por eso, para la memoria de todos los riverplatenses, los que lo vieron, los que no lo vieron y los que vendrán, siempre será el mejor de todos nosotros.
Por Ubaldo Kunz