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Coudet bombonera

Rubio platinado, risa y diversión. Eduardo Coudet es recordado por sus artimañas, picardías e historias célebres. El “Chacho” es pueblo. Pueblo riverplatense.

Corría la noche del 19 de mayo, y el ya campeón del Clausura 2002 salía a la cancha a jugar la fecha 19. River debía enfrentar en el “Gigante de Arroyito” a  Rosario Central en el último encuentro del certamen y, así, ponerle un moño al título conseguido una fecha antes. Sin embargo, cuando el millonario piso el césped sorprendió a todos. Varios jugadores decidieron teñirse el pelo de colores excéntricos, a modo de festejo. Cabelleras rojas, violetas y amarillas aparecieron en el campo de juego. Y si hubo una humorada en  tierras cercanas al río Paraná, solamente podía haber un responsable. Un protagonista contó la  verdad: “Fue todo idea del Chacho”, que no era ni es otro que Eduardo Germán Coudet., actual técnico de Rosario Central, que hoy recibe a River por la fecha cuatro de la Zona 1 del Torneo Transición 2016.

Ídolo de multitudes, Coudet combinaba un particular talento futbolístico con su cotidiana pisca de gracia, sonrisa y excentricidad. “Un personaje que trabaja de jugador de fútbol”, lo caracterizó el título de portada de un reconocido matutino en alusión a su vestimenta, humor, contestaciones pícaras e inusuales colores de cabello. En “Chacho” suele ser más recordado más que nada  por haber fumado un cigarrillo que le tiraron a la cancha cuanto estaba por hacer un lateral o haber retrasado el parto de su hija para que naciera el día del aniversario del gol de palomita de Aldo Poy a Newell´s en 1971.

Pero su forma de ser nunca pudo ocultar su devoción por el profesionalismo y su calidad de jugador de fútbol. Rápido y sagaz volante derecho, sorprendía por su capacidad de desborde y centro atrás, cada vez menos cotizado en el fútbol moderno. También llamaba la atención con sus rabonas, y más de una “ruleta marsellesa”, al mejor estilo Zidane. Obsesivo del estado físico, realizaba una horade trabajos en el gimnasio luego del entrenamiento.

Con su particular estilo “sin casete”, un día deslizó que Marcelo Bielsa, leproso de ley, no lo convocó al seleccionado argentino por su condición de hincha de Central. Sin embargo, un día contó en una entrevista al diario deportivo Olé que no le faltó experiencia con la albiceleste. “Lo mejor que viví fue haber jugado en la selección”, dijo. “¿Selección? ¿De qué?”, le repreguntó el periodista Ignacio Fusco. “De futsal, monstruo”, remató Coudet. “Tenía 16 años y fui a un sudamericana Sub 19, Sub 20, algo así.”

El “Chacho” llegó a River en 1999 y su primer paso por el club millonario se extendió hasta 2003, con cuatro títulos conseguidos (Apertura 1999, Clausura 2000, Clausura 2002 y Clausura 2003). Su segundo ciclo en la institución fue en el 2004, año en el que se consagró campeón del Clausura. En total jugó 179 partidos y marcó 27 goles.

En su paso por la Banda forjó una cálida amistad con un tal Fernando Ezequiel Cavenaghi. Hace ya casi un año, en la antesala del River-Central por los dieciseisavos de final de la Copa Argentina, el “Torito” subió a la red social Instagram una foto de un abrazo con Coudet (ya técnico del conjunto canalla) en la que afirmaba: “El destino nos vuelve a cruzar otra vez amigo. El mejor asistidor que tuve en mi carrera”. Pedazo de elogio en boca de uno de los 10 máximos goleadores de la historia de River y que jugó con Ariel Ortega, Andrés D ´Alessandro y Alejandro Domínguez, entre otros.

Pero el fútbol, un día, puso a los dos amigos en roles opuestos. Cavenaghi, con el dorsal N° 30, recibió de espaldas al arco. Dio media vuelta y lo vio al Chacho entrar por el vértice derecho del área. Le pasó la pelota y Coudet, de primera, remató cruzado para colocar el balón en la parte lateral de la red, pegada al palo derecho. Roberto Abbondanzieri fue víctima y espectador de lujo de aquella jugada, que fue el segundo gol de una goleada histórica: 3 a 0 en la Boca al eterno rival, por el Clausura 2002, en un baile bárbaro que el River de Ramón le dio al Boca del “Maestro” Tabárez.

En un deporte marcado por la competitividad y que no soporta la derrota, Coudet marcaba un compás diferente. Hacía algo tan simple como imposible: disfrutaba el fútbol.  De esa misma manera entendía esta pasión otro rosarino (también canalla): Roberto “el negro” Fontanarrosa. Reconocido humorista y escritor, dedicó buena parte de su obra literaria al deporte más lindo del país y del mundo. Pero lo hacía de manera particular: priorizaba las pequeñas historias de esfuerzo, valor y talento, por sobre cualquier famosa consagración. Entonces eran motivo de un cuento una charla de amigos antes de jugar el picadito de todos los sábados por la tarde, una charla futbolera de media tarde un bar, el relato de un wing derecho de metegol o el secuestro de un anciano que estaba invicto frente a su clásico rival. Esa era su poesía. Entender a la vida cotidiana como algo más importante que cualquier otra premiación.  “No aspiro al Premio Nobel de Literatura –dijo un día Fontanarrosa-. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: ´Me cagué de risa con tu libro´”

Coudet podría haber sido un personaje ficticio creado por el Negro. Fanático de la belleza del fútbol, nunca rehusó a ganar y competir. Pero siempre entendió que eso no era lo único. Porque si no no habría millones y millones de apasionados siguiendo un deporte en el que solo uno triunfa, y donde la derrota parece la muerte. “Gracias por desdramatizar el fútbol”, un día dijo a un periodista en la cancha de Central. Ese siempre pareció ser su objetivo.

Nunca, en cualquier lugar del mundo, dejó de lado su amor por River. Si bien siempre fue más vinculado a Rosario Central, jamás abandonó su amor por el conjunto millonario. “Con tal de volver a River, iría a jugar de dos”, declaró hacia fines de 2011, cuando deleitaba a los aficionados del Fort Lauderdale Strikers estadounidense y el millonario transcurría su doloroso pasó por la segunda división del fútbol argentino. El “Chacho” se ofreció a regresar para dar una mano y volver a River a primera. Los dirigentes lo descartaron. Suena lógico: son los mismos que mandaron a River a la B.

Hoy, ya como consagrado técnico canalla, declara que es “especial” enfrentar a River. Club en el cual es muy querido, aunque no haya ganado ningún premio de una revista sudamericana, Copa Libertadores ni nada que se le parezca. Ni es recordado como máxima figura. Pero tampoco eso es importante para su persona. Seguramente se haya dado por pagado cada vez que un hincha de River que se lo cruzó y le dijo: “Chacho, como me cagué de risa cuando te veía dentro del Monumental.”