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(INCLUYE VIDEO) A 30 años de la primera Copa Libertadores de la historia de River, recordamos una nota mano a mano con Antonio Alzamendi, pocas horas antes de la final del equipo del Muñeco ante Tigres de México, contando cómo vivía allá por 1986 la previa de una final muy especial.

LA MÁQUINA tuvo el privilegio de dialogar muchas veces con Antonio Alzamendi. Sin embargo, la nota más especial de todas se dio hace poco más de un año, en un hotel del microcentro porteño, a pocas horas de la final que River terminaría ganando ante Tigres en el Monumental y que le daría al millonario su tercera copa Libertadores de la historia.

Consultado sobre cómo vivía por entonces los momentos previos a una final, el ex-delantero uruguayo reveló: «Lo que yo sentía en ese momento era la euforia de estar en la historia de un equipo grande como River y la responsabilidad que tenés como profesional. Pero no una responsabilidad de miedo, sino hambre de gloria más que nada. Porque acá no cuenta el sueño ni el dinero, acá cuenta la gloria», indicó Antonio.

Por su parte, uno de los goleadores del equipo del Bambino resaltó que una de las principales virtudes de aquél elenco era la confianza: «Ese equipo sabía que para hacerle un gol era difícil, y que en algún momento lo hacíamos. Después los nombres que tenía ese equipo, el Beto Alonso, Enrique, Gallego. Todos, hasta los suplentes, porque en esa época estaban Caniggia, Troglio, Borelli. Era un equipo fortísimo», remarcó.

River hizo una gran Copa Libertadores, de principio a fin. Sin embargo, sólo sufrió un traspié ante Argentinos Jrs., por entonces el equipo más poderoso y último campeón, en 1985. Alzamendi pensó que River podía ganar la Copa «el día que jugamos 0 a 0 en Vélez, que nunca hubo un partido 0 a 0 tan emotivo como ese…ese día dije que íbamos a ser campeones de América. Y después en Cali.  Había que ir a jugar a Cali, era duro, tenían un equipazo. Ese día ya me sentí campeón. Era un equipo seguro de lo que hacía, cada uno sabía qué función cumplir», indicó.

Por su parte, recordó que la noche previa a la final en Cali el plantel no podía dormir por la ansiedad y el Bambino Veira los mandó al casino que había en el hotel para distenderlos, pero que en la segunda final en el Monumental pudo dormir con tranquilidad: «La felicidad interna que vos sentías cuando vas pasando el túnel y veías que esa cancha explotaba, se te olvidaba y decías ‘ya está, hay que hacer el mandado y ganarlo’. Después disfrutarlo. Es esa sensación antes del partido, la ansiedad de estar en la cancha. Yo quería estar en la cancha», aseguró el ídolo oriental.

Para finalizar, subrayó: «Un buen grupo arranca de un buen presidente, de un buen entrenador y de buenos jugadores. Cuando todo eso se junta es un volcán pronto a explotar. Y nosotros fuimos un volcán que explotó y logramos todo lo que logramos gracias a lo que hicimos cada uno dentro del rol que nos tocaba», concluyó.